Ante la llegada de la Peli de 300, he hecho una mínima investigación sobre los hechos allí acontecidos, que os paso a relatar. No sé si, con mi investigación histórica, os puedo espoilear algo de la peli. Yo lo dudo, todo el que sabe algo de historia sabe a grandes rasgos lo allí acontecido…, pero aviso por si acaso. El que avisa no es traidor…
Termópilas (del griego Thermopylai, ‘puertas calientes’), cuyo nombre hace referencia al azufre caliente que brota en la región, era un desfiladero de Grecia situado al sureste de la ciudad de Lamía, entre el monte Oeta y el golfo de Malia, que durante la antigüedad sólo podía franquearse por un estrecho corredor de aproximadamente 15 m. de ancho que pasaba por debajo de un acantilado entre las regiones de Tesalia y Lócrida. Su alto valor estratégico se debe al hecho de que controlaba la entrada al centro de Grecia desde el noreste.
Durante las Guerras Médicas, el desfiladero de las Termópilas fue escenario en el año 480 a.C. de la batalla de las Termópilas, donde el rey espartano Leónidas I y sus 1.400 hombres (300 de los cuales eran espartanos), murieron heroicamente al intentar contener la invasión persa encabezada por el rey Jerjes I.
Jerjes I (c. 519-465 a.C.), rey de Persia (486-465 a.C.), hijo de Darío I y Atosa, hija de Ciro II el Grande. Jerjes, miembro de la dinastía de los Aqueménidas, subió al trono a la muerte de su padre, eliminó una rebelión en Egipto y después pasó tres años preparando una gran flota y un ejército para castigar a los griegos por ayudar a las ciudades jonias en el 498 a.C. y en venganza por la batalla de Maratón del 490 a.C.
Durante la primavera del 480 a.C., en el comienzo de la segunda Guerra Médica, Jerjes marchó con sus fuerzas(que según Herodoto, tenía más de dos millones y medio de efectivos(¡¿?!) a través de Tracia, Tesalia y Lócrida hasta llegar al estrecho de las Termópilas, donde le esperaba el ejercito Espartano.
Leónidas resistió la invasión durante dos días, tiempo suficiente para que la flota griega se retirara del cabo Artemision. El desertor Efialtes (originario de la ciudad de Traquis, en Tesalia), le traicionó mostrando a Jerjes un paso distinto, al otro lado de la montaña. Leónidas, al enterarse que iba a ser atacado por la retaguardia, puso a la mayoría de su tropa a salvo. Se quedó atrás con los espartanos y casi 700 hombres de la ciudad de Tespias, esclavos en su mayoría, que se negaron a irse. Todos murieron luchando.
El sacrificio de Leónidas I y sus hombres retrasó a Jerjes casi 10 días, lo que permitió a los griegos reorganizar sus fuerzas, y ese mismo año vencieron a los persas en Salamina, donde su flota, fue vencida por otra griega muy inferior en tamaño comandada por el Ateniense Temístocles. Un año más tarde hicieron lo propio en Platea y Micala. Jerjes entonces se retiró a Asia Menor, dejando a su ejército en Grecia bajo el mando de su cuñado, Mardonio, que murió en Platea al año siguiente. Jerjes fue asesinado en Persépolis por el capitán de la guardia de palacio; le sucedió su hijo Artajerjes I (que reinó en 465-425 a.C.). Jerjes normalmente es identificado como Ahasuerus en el Libro de Esther.
El historiador griego Heródoto, al que ya hemos citado, relató la batalla de las Termópilas en su obra Historias.
A mí siempre me ha llamado la atención la cultura Griega clásica. Los Romanos eran, por definición, más belicosos. Se regían por aquello de “Si vis pacem para bellum”. Además, en el fondo, la famosa “Pax Romana” era algo así como un régimen militar. En cambio, los Griegos, en principio tenían principios menos guerreros o belicosos (Bueno, los espartanos tal vez sí. La excepción que confirma la regla). Fueron los padres de la democracia, de la filosofía y, si me apuras, de la sociedad occidental. En cambio, se pasaban el día peleando entre sí y contra los Persas. Por eso me entusiasman las historias de guerra de los griegos. Y no me refiero solo a la guerra de Troya (Siglo X a.C.)
Se puede argumentar que la batalla de las Termópilas fue presocrática, faltaban unos 10 años para que naciera este, por lo que aun no había empezado la edad dorada de la filosofía griega. Pero es que uno de sus más queridos discípulos, y buen amigo de Platón, Jenofonte, fue tan buen guerrero como filósofo. Escribió grandes libros y peleó en grandes batallas, además de ser uno de primeros y de los que más influyó en que Bizancio empezara a cobrar poder. Y que decir de la evidente y vital importancia que la instrucción de Aristóteles tuvo en el joven Alejandro III “El Magno” de Macedonia.
Una civilización que tiene una diosa como Palas Atenea, que va con un escudo y una lanza en una mano y la diosa del deporte, Nike (Que cedió generosamente su nombre a una marca deportiva) en la otra o que era capaz de parar todas sus guerras cuando estas coincidían con los Juegos Olímpicos, no deja de ser una civilización paradójica. Y muy interesante,¿no creéis?.
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