A estas alturas es difícil que nada que tenga que ver con Batman nos sorprenda. Esto es debido a que fue creado en el año 1939, hace ya casi 70. Lo cierto es que, tal como pasa con otros muchos personajes, ya forma parte del imaginario de nuestra cultura. El logo que lleva en su pecho es, como el de Superman, tan característica como los anillos olímpicos, la “v“de Nike o la forma de las botellas de Coca-Cola. Su silueta es tan reconocible como la de Indiana Jones o Darth Vader. Por eso, es agradable que una nueva película sobre el personaje y su entorno nos sorprenda.
Y no es que nos pille desprevenidos. Chris Nolan ya había planteado las bases de lo que sería la saga en la anterior película “Batman Begins”: Pero lo que allí se limitaban a ser meros experimentos, aquí se convierten en tesis, en referencias; se desarrollan más plenamente. Y es que Nolan ha aprendido de sus errores y los ha corregido en esta nueva inclusión en Gothan. Cierto es que en esta ocasión no tiene que presentar a Batman ni contar su génesis, su historia. Esto facilita las cosas. Pero es que no se limita a soltar a los personajes en la historia. Y es debido a que esta película no es una secuela, es una continuación. Hay una gran diferencia entre ambos términos. Aquí se continúa con los temas y arcos argumentales ya establecidos, lo que le confiriera una unidad a las dos películas que hasta ahora han realizado. Podríamos decir que estamos más cerca de un “Señor de los Anillos” que a “Matrix” o “Piratas del caribe”, cuyas primeras partes eran casi autoconclusivas.
Es cierto que ha pasado un tiempo indeterminado y que este ha afectado a los personajes, la historia y las circunstancias. Por ejemplo, Batman se ha vuelto bastante más violento, más físico y menos “fantasmagórico”. Se nota (además de que lo comentan) que obligado por las circunstancias y las acciones de sus antagonistas y la frustración por estar fracasando en su cruzada contra el crimen, así, en general. Pero a pesar de ello, podemos decir que la historia continua más o menos donde la habían dejado.
Y hablando de antagonistas, creo que ya es hora de hablar del Joker, uno de los grandes hallazgos de la película. Más allá de la sobresaliente interpretación del malogrado Heath Ledger (por todo el mundo alabada), me gustaría centrarme en la sobresaliente reinterpretación del personaje hecha por los autores del filme. Pero para ello, antes debemos decir que esta saga es la más pegada a la realidad de todas cuanto se han hecho sobre el personaje del murcielago. No es una pesadilla pseudogótica Burtoniana ni de delirio trash petardo y glam de las películas de Schumacher. Y mucho menos el espectáculo Kitch de las películas de Adam West. Aquí, Gotham es una ciudad reconocible y siniestra por cuanto está totalmente corrompida y podrida. Por cuanto es una ciudad que tiene un psiquiátrico para criminales dementes y a nadie parece importarle. Donde habitan elementos tan siniestros como El Dr Crane sin que pase nada. Y es por eso, porque esa terrible urbe ha estado tanto tiempo al borde del abismo, por lo que genera monstruos tan terribles como el Joker o el propio Batman.
En esta película se pasa de puntillas, apenas se menciona, por el hecho de que los dos antagonistas representan las dos caras de una misma moneda. Mientras uno pugna por el fín del desorden, del crimen y no duda en convertirse él mismo en un criminal para lograrlo, el otro es pura entropía. Ambos son seres solitarios que se manchan las manos, a pesar de tener “ayudantes”. Por que a diferencia de otras versiones, donde el Joker era un cruel mafiosillo de cara marcada y/o deformada, aquí es un sociópata sin pasado, oficio ni beneficio que se dedica personal y denodadamente a sembrar la anarquía y a demostrar su siniestra teoría de que todo el mundo es malo por naturaleza, utilizando al hampa de la ciudad, personalizada en Maroni (Eric Roberts), a su antojo. Y es esta poderosa idea la que nos da los momentos más potentes de la película (ej. El robo al banco, el ataque al hospital o el incendio del dinero).
Pero, a su manera, Batman es otro tarado que se dedica en cuerpo y alma a luchar contra el crimen, sin dudar en quebrar cuantas leyes sean necesarias. No duda en viajar a Hong Kong para pillar a un contable. Ni duda en implicar al Teniente Gordon (Gary Oldman), Alfred (Michael Caine) o Lucius Fox (Morgan Freeman). Con esto, se establece una lucha de contrarios: Batman y El Jocker luchando en solitario el uno contra el otro, pero con su guardia de corps detrás, dando apoyo logístico. Paradójicamente, el que viste de oscuro, el señor de la noche, es el defensor de los que se supone bueno. El colorista, el payaso, es el defensor de la anarquía.
Y es en medio de esta dicotomía donde entra el tercer personaje esencial de la historia; el nuevo fiscal del distrito, Harvey Dent (Aaron Eckhart), que viene a representar, junto con Rachel Dawes (Maggie Gyllenhall), la neutralidad en un mundo tan polarizado Batman por un lado, el Jocker por otro, el equilibrio. La paradoja estalla cuando Harvey se convierte en Dos Caras: El 50% de su ser pertenece a cada uno de los mundos. El colmo del equilibrio, incluso desde el punto de vista estocástico, ya que actúa según le indique su moneda echada al aire.
El gran acierto de Nolan es contarnos una historia de personas disfuncionales, extrañas y peculiares, pero personas al fin, frente a una película de superhéroes y villanos. Una historia policial, un largo e intenso thriller en una ambiente podrido e insano. Una historia nihilista y fatalista en la que la acción (esta vez) está muy bien rodada, no es nada confusa (Batman ya ha visto la luz, ya no es un secreto a voces; se puede mostrar ), forma parte de la historia, del backgroud y no es solo una excusa para que los de efectos especiales se luzcan. Llena de poderosas ideas y con una puesta en pantalla excepcional, esta excelente película demuestra que en el cine es posible narrarlo todo con dignidad.
La fotografía es muy interesante, ya que apuesta por tonos terrosos frente a la escala de grises que podría parecer más lógica. Ya lo habíamos visto en la 1ª parte, un Gotham basado más en Chicago que en New York, es decir, un Gotham de interior. También la música ayuda. No busca el protagonismo y es más incidental que otra cosa. Lo que se me hace raro viniendo de alguien con tanto ego como Hans Zimmer y James Newton Howard.
El problema de la película está en que es ha dejado el listón muy alto para la que se supone será la tercera y última parte de la trilogía. Es difícil que se pueda superar este nivel de anarquía y destrucción, no tanto física como moral, personal. La saga se dirige hacia un final amargo e incómodo. Es decir, es muy buena. Por una vez, la segunda parte es mejor que la primera. Tanto que ha dejado a Nolan y Co. en una situación incómoda cara a la resolución de la saga. Situación agravada en gran medida por la muerte de Ledger: no van a poder contar con el Jocker en la tercera parte. Se dice que Angelina Jolie interpretaría a catwoman, aunque es solo un rumor. Lo que parece más seguro es que Johnnie Depp encarnará a Edward Nygma (Enigma) y Phillip Seymour Hoffman a Oscar Cobblepot (El Pingüino). Como se ve, de nuevo grandes actores para grandes papeles, que es uno de los lugares donde radica la potencia de esta saga: en unas actuaciones excelentes para historias sobresalientes por lo nihilistas y desencantadas, lejos de las fantasías infantiles.
Se ha acusado a esta saga de ser engolada y muy consciente de sí misma. No sé. Creo que lo que pasa es que cuenta con un calado antropológico y filosófico bastante profundo. Nietzche, Hobbes y San Agustín le dan la mano a Bob Kane, Frank Miller y Alan Moore a lo largo de las dos películas que ya hemos disfrutado.
Y no es que nos pille desprevenidos. Chris Nolan ya había planteado las bases de lo que sería la saga en la anterior película “Batman Begins”: Pero lo que allí se limitaban a ser meros experimentos, aquí se convierten en tesis, en referencias; se desarrollan más plenamente. Y es que Nolan ha aprendido de sus errores y los ha corregido en esta nueva inclusión en Gothan. Cierto es que en esta ocasión no tiene que presentar a Batman ni contar su génesis, su historia. Esto facilita las cosas. Pero es que no se limita a soltar a los personajes en la historia. Y es debido a que esta película no es una secuela, es una continuación. Hay una gran diferencia entre ambos términos. Aquí se continúa con los temas y arcos argumentales ya establecidos, lo que le confiriera una unidad a las dos películas que hasta ahora han realizado. Podríamos decir que estamos más cerca de un “Señor de los Anillos” que a “Matrix” o “Piratas del caribe”, cuyas primeras partes eran casi autoconclusivas.
Es cierto que ha pasado un tiempo indeterminado y que este ha afectado a los personajes, la historia y las circunstancias. Por ejemplo, Batman se ha vuelto bastante más violento, más físico y menos “fantasmagórico”. Se nota (además de que lo comentan) que obligado por las circunstancias y las acciones de sus antagonistas y la frustración por estar fracasando en su cruzada contra el crimen, así, en general. Pero a pesar de ello, podemos decir que la historia continua más o menos donde la habían dejado.
Y hablando de antagonistas, creo que ya es hora de hablar del Joker, uno de los grandes hallazgos de la película. Más allá de la sobresaliente interpretación del malogrado Heath Ledger (por todo el mundo alabada), me gustaría centrarme en la sobresaliente reinterpretación del personaje hecha por los autores del filme. Pero para ello, antes debemos decir que esta saga es la más pegada a la realidad de todas cuanto se han hecho sobre el personaje del murcielago. No es una pesadilla pseudogótica Burtoniana ni de delirio trash petardo y glam de las películas de Schumacher. Y mucho menos el espectáculo Kitch de las películas de Adam West. Aquí, Gotham es una ciudad reconocible y siniestra por cuanto está totalmente corrompida y podrida. Por cuanto es una ciudad que tiene un psiquiátrico para criminales dementes y a nadie parece importarle. Donde habitan elementos tan siniestros como El Dr Crane sin que pase nada. Y es por eso, porque esa terrible urbe ha estado tanto tiempo al borde del abismo, por lo que genera monstruos tan terribles como el Joker o el propio Batman.
En esta película se pasa de puntillas, apenas se menciona, por el hecho de que los dos antagonistas representan las dos caras de una misma moneda. Mientras uno pugna por el fín del desorden, del crimen y no duda en convertirse él mismo en un criminal para lograrlo, el otro es pura entropía. Ambos son seres solitarios que se manchan las manos, a pesar de tener “ayudantes”. Por que a diferencia de otras versiones, donde el Joker era un cruel mafiosillo de cara marcada y/o deformada, aquí es un sociópata sin pasado, oficio ni beneficio que se dedica personal y denodadamente a sembrar la anarquía y a demostrar su siniestra teoría de que todo el mundo es malo por naturaleza, utilizando al hampa de la ciudad, personalizada en Maroni (Eric Roberts), a su antojo. Y es esta poderosa idea la que nos da los momentos más potentes de la película (ej. El robo al banco, el ataque al hospital o el incendio del dinero).
Pero, a su manera, Batman es otro tarado que se dedica en cuerpo y alma a luchar contra el crimen, sin dudar en quebrar cuantas leyes sean necesarias. No duda en viajar a Hong Kong para pillar a un contable. Ni duda en implicar al Teniente Gordon (Gary Oldman), Alfred (Michael Caine) o Lucius Fox (Morgan Freeman). Con esto, se establece una lucha de contrarios: Batman y El Jocker luchando en solitario el uno contra el otro, pero con su guardia de corps detrás, dando apoyo logístico. Paradójicamente, el que viste de oscuro, el señor de la noche, es el defensor de los que se supone bueno. El colorista, el payaso, es el defensor de la anarquía.
Y es en medio de esta dicotomía donde entra el tercer personaje esencial de la historia; el nuevo fiscal del distrito, Harvey Dent (Aaron Eckhart), que viene a representar, junto con Rachel Dawes (Maggie Gyllenhall), la neutralidad en un mundo tan polarizado Batman por un lado, el Jocker por otro, el equilibrio. La paradoja estalla cuando Harvey se convierte en Dos Caras: El 50% de su ser pertenece a cada uno de los mundos. El colmo del equilibrio, incluso desde el punto de vista estocástico, ya que actúa según le indique su moneda echada al aire.
El gran acierto de Nolan es contarnos una historia de personas disfuncionales, extrañas y peculiares, pero personas al fin, frente a una película de superhéroes y villanos. Una historia policial, un largo e intenso thriller en una ambiente podrido e insano. Una historia nihilista y fatalista en la que la acción (esta vez) está muy bien rodada, no es nada confusa (Batman ya ha visto la luz, ya no es un secreto a voces; se puede mostrar ), forma parte de la historia, del backgroud y no es solo una excusa para que los de efectos especiales se luzcan. Llena de poderosas ideas y con una puesta en pantalla excepcional, esta excelente película demuestra que en el cine es posible narrarlo todo con dignidad.
La fotografía es muy interesante, ya que apuesta por tonos terrosos frente a la escala de grises que podría parecer más lógica. Ya lo habíamos visto en la 1ª parte, un Gotham basado más en Chicago que en New York, es decir, un Gotham de interior. También la música ayuda. No busca el protagonismo y es más incidental que otra cosa. Lo que se me hace raro viniendo de alguien con tanto ego como Hans Zimmer y James Newton Howard.
El problema de la película está en que es ha dejado el listón muy alto para la que se supone será la tercera y última parte de la trilogía. Es difícil que se pueda superar este nivel de anarquía y destrucción, no tanto física como moral, personal. La saga se dirige hacia un final amargo e incómodo. Es decir, es muy buena. Por una vez, la segunda parte es mejor que la primera. Tanto que ha dejado a Nolan y Co. en una situación incómoda cara a la resolución de la saga. Situación agravada en gran medida por la muerte de Ledger: no van a poder contar con el Jocker en la tercera parte. Se dice que Angelina Jolie interpretaría a catwoman, aunque es solo un rumor. Lo que parece más seguro es que Johnnie Depp encarnará a Edward Nygma (Enigma) y Phillip Seymour Hoffman a Oscar Cobblepot (El Pingüino). Como se ve, de nuevo grandes actores para grandes papeles, que es uno de los lugares donde radica la potencia de esta saga: en unas actuaciones excelentes para historias sobresalientes por lo nihilistas y desencantadas, lejos de las fantasías infantiles.
Se ha acusado a esta saga de ser engolada y muy consciente de sí misma. No sé. Creo que lo que pasa es que cuenta con un calado antropológico y filosófico bastante profundo. Nietzche, Hobbes y San Agustín le dan la mano a Bob Kane, Frank Miller y Alan Moore a lo largo de las dos películas que ya hemos disfrutado.
