miércoles, 16 de octubre de 2013

The Bling Ring: La banalidad de vivir




Sofia Coppola es de esos directores que, o te gustan o los odias. Sin término medio. Y esto es debido a su personalísima manera de entender el arte del cine, su peculiar punto de vista y los temas que aborda. Podemos decir, ahora que hemos visto 5 películas y un corto, que en ella hay unas constantes que se repiten en todas sus películas y que no todo el mundo comulga con ellas. Citaré tres de ellas, que me parecen importantes, antes de entrar en la película a comentar en esta ocasión.

La principal de estas constantes es que retrata personas que viven fuera del mundo o se encuentran hastiados del mismo. Que la propia existencia les agobia y les hace sentirse perdidos en el marasmo de horas y nadería que impera en su día a día, carente de incentivos. Así, por ejemplo, los dos personajes principales de “Lost In translation”, han tenido que viajar a Tokyo para encontrarse consigo mismo y hacer frente a su vacío vital, con la diferencia de que el personaje de Scarlett Johansson aun es joven para rectificar, para revelarse y tomar un papel activo, frente al de Murray, que ya se encuentra claramente en declive y solo le queda el día a día. Bueno, o eso parece, porque es posible que, al volver a Los Ángeles mande a todos a tomar viento y se compre un Ferrari. Después, dirá que era la crisis de la mediana edad.

En todas las película de Coppola hay un hecho catártico que, aparentemente puede dar pie a que las cosas cambien. Siguiendo con el ejemplo de la película tokiota, el propio encuentro y las conversaciones intrascendentes entre esas dos almas perdidas y la constatación de lo absurdo de la situación en la que se encuentran.

Otra de las características del cine de Coppola, y el que probablemente aleje a más gente, es que la directora intenta ser una mera espectadora de los hecho. No se involucra en los hechos ni juzga a sus personajes. Se limita a mostrar los hechos. En su cine, la cuarta pared es bien espesa. Y cada vez lo es más. Su fotografía es realista y de luz poco contrastada.

No hace falta decir que es imposible ser un mero espectador. Eso iría en contra del principio de incertidumbre. Además, todos sabemos que la construcción de una película (disposición dela cámara, montaje...etc) ya es una decisión moral, como decían los de la Nouvelle Vague. Pero aun así, ella lo intenta, lo que da a sus películas un aspecto muy impersonal, frío, en ocasiones, como en “Somewhere”, desangelado. En “the Bling Ring” hay una larga escena, en una casa de cristal, que es paradigmática. Y excelente. Sin duda, la reconoceréis.



Por último, voy a citar el uso de la música,o la ausencia de ella, para la definición de espacios o pulsos narrativos. Mucha gente criticó la presencia de música electrónica en “Maria Antonieta”, sin pararse a pensar en la importancia narrativa de esta y el significado formal de la misma. Así como la importancia de las zapatillas converse.

The Bling Ring es, con mucho, la película más dinámica de Coppola. Y, con mucho, la película donde más se habla, lo que es una novedad, ya que le suele gustar ser morosa en la narración y conoce muy bien el valor de los silencios. Pero las constantes arriba citadas, se encuentran perfectamente identificables.

Basada en hechos reales, la película narra como un grupo de cinco adolescentes obsesionados con la fama utilizan internet para ubicar las casas de las celebridades y dar seguimiento a sus horarios para poder entrar y robar en sus hogares cuando están ausentes. Después de los robos, a los cuales llamaban «ir de compras», publicaban fotos autoincriminatorias de sus "trofeos" en Facebook. Son conocidos como los "Bling Ring".

La crítica, en general, ha valorado negativamente la cinta porque los personajes son representados de manera superficial y sin trasfondo, siendo llamados «unidimensionales» e «insípidos». El hecho de que Coppola no profundice en el «porqué» de la situación y la falta de un contexto moral, dejó a gran parte de los críticos insatisfechos, por lo que calificaron la película como «vacía» y «banal». En mi opinión, todo esto es precisamente su gran virtud. Estas críticas negativas, la mayoría de los USA, provienen del hecho de que se les hace incómodo que la gente haga el mal sin una razón potente. Y que esos hechos no sean juzgados y castigados de un modo claro y evidente, en pantalla. Es decir, que en mi opinión, tienen una manera muy pueril de ver la vida. Además, creo que el hecho de que los personajes aparenten ser unidimensionales o insípidos (que no lo son en absoluto, como explico al final de este post) es lo que los hace atractivos y explica sus actos. 

 

Lo que estamos viendo es una película sobre gente banal, petarda y sin chispa. Víctimas de sus circunstancias. Adolescentes hipermimados, aburridos y hastiados, que hacen las cosas sin pensar en lo más mínimo y que no son del todo conscientes de que es lo que hacen y de las consecuencias que esto tiene. Nada más.

Me gustaría destacar a los actores, en especial, Katie Chang e Israel Broussad. Todos hacen un papel excelente, pero estos dos impulsan la historia hacia adelante con una sutilidad que ya le gustaría a muchos actores más maduros. Emma Watson hace un papel maravilloso de chorizo mega pija, pero es muy secundario hasta el final, cuando decide sacar provecho a lo acontecido, cosa que también ha debido de enervar a los bienpensantes (e hipócritas) de los USA. Eso de sacar ganancias subsidiarias de la comisión de un delito... El caso es que la Watso, a pesar de que sale menos de lo que pensaba, saca petróleo de sus apariciones.

No me gustaría extenderme mucho más en comentar la película, ya que estropearía la experiencia. Concluyo diciendo que creo que más que contarnos una historia, nos cuenta unos hechos, dejándonos muchas pistas para poder tirar de los hilos y ver lo que hay detrás. Un ejemplo, dos de las protagonistas son educadas en casa por su madre siguiendo las norma de uno de esos gurús que priman el empoderamiento frente a otros valores sociales esenciales, como la empatía o la responsabilidad que conlleva ese empoderamiento, como bien sabe nuestro amigo y vecino Spiderman.

A mí me ha gustado. Creo que es una buena experiencia. Creo que es de las mejores películas de Coppola. Y de las más entretenidas.

"The World's End" Lo que hemos perdido en el camino




En reiteradas ocasiones, en este blog ha salido el tema de la juventud y/o infancia y lo mucho que nos marca. Como tendemos a sublimar el pasado y caer en la tentación de idealizarlo, para bien o para mal. Como se convierte en nuestro equipaje vital y nos conforma. Como tenemos que aprender a vivir con él. Y a convivir. Como la nostalgia se convierte en uno de nuestros motores.

Y eso es lo que subyace en la película que nos ocupa hoy, “The World's End”, la tercera y última parte de “la trilogía del Corneto de tres sabores” o “de la sangre y el helado”, compuesta por “Zombies Party” (Shawn of the Death, 2004) y “Hot Fuzz” (Idem 2007). A pesar de que las tres películas son independientes, las une una serie de características, que veremos con posterioridad, que permite considerarlas como la trilogía que sus creadores afirman que son.

Gary King (Simon Pegg)es un hombre desempleado y hedonista, una ruina humana que decide reunir a sus amigos de la juventud para regresar a su pueblo natal, Newton Haven, e intentar hacer un recorrido etílico que dejaron inconcluso veinte años atrás. La hazaña es conocida como "la milla dorada", y consiste en beber una pinta de cerveza en cada uno de los doce pubs locales en una sola noche: The First Post, The Old Familiar, The Famous Cock, The Cross Hands, The Good Companions, The Trusty Servant, The Two Headed Dog, The Mermaid, The Beehive, The King's Head, The Hole in the Wall y The World's End. Aunque al principio se muestran dubitativo al comienzo, Gary logra convencer a sus amigos, Peter Page (Eddie Marsan), Oliver Chamberlain (Martin Freeman), Steven Prince (Paddy Considine) y Andy Knightley (Nick Frost) con artimañas. Aunque sus amigos tienen vidas y responsabilidades de adultos, Gary ha cambiado poco desde 1990, por lo que conserva su personalidad impulsiva y poco fiable, lo que hace que la cosa vaya de mal en peor hasta que sucede lo inesperado...


En esta tercera parte de la trilogía “del corneto de tres sabores” volvemos a encontrarnos con que el motor de la acción es la amistad masculina intensa. Esa que, en cine, se ha venido a llamar “Bromance”, una relación de amistad profunda entre dos o más hombres desprovista de toda connotación homosexual o sentimental nacida de las experiencias convividas y sufridas y de la que es ajenas las mujeres, a excepción de alguna hermana de buen ver. También nos encontramos de nuevo con cierto síndrome de Peter Pan. Pero ésta nace por falta de madurez, si no por que los personajes, que aun no han alcanzado los 40, son plenamente conscientes de que su mejor momento, el gran cúlmen de su existencia, ya ha pasado. Ahora solo queda mantenerse, con suerte, o afrontar un lento declinar. Y asumir que lo que son, no se asemeja en nada a sus aspiraciones juveniles. Es decir, es una interesante manera de afrontar lo que la escuela romántica alemana llama “Dolor romántico del mundo” o “Weltschmerz”, si bien con una orientación a la comedia que hace digerible lo que, en el fondo, es un drama personal de bastante enjundia.

Y todo esto en unas circunstancias apocalípticas (una invasión Zombie, una guerra urbana...) globales, pero desde un punto de vista doméstico. Muy doméstico en el caso de “Zombies Party”. Los protagonistas, perdidos en el maremagnum y sabiéndose simples peleles, deciden plantar cara a la las circunstancias y defender su status quo, sus derechos y, en una curiosa cabrioleta, su libre albedrío. Y su derecho a ser imperfectos. Y, porqué no, a ser infelices.

Todo esto lo encontramos en la película. Pero, en mi opinión, también encontramos alguna de estos temas o características en otros de los productos de estos autores, más allá de la trilogía citada. En “Paul”(Idem, 2011) por ejemplo (Guión de Simon Pegg y Nick Frost), O “Scott Pilgrim Vs. The World”(2010), con guión de Edgar Wright. Pero también en ciertos pasajes de “Las aventuras de Tintin: El Secreto del Unicornio” (2011). Si bien, en este último caso, vienen heredado de la obra de Hergé, los guionistas de la primera película animada de Spielberg, Edgar Wright, Steve Moffatt y Joe Cornish han tratado estos temas en otras de sus obras. Y digo esto porque me parecen grandes temas y es un poco reduccionista la manera en que todos, incluidos los autores, están tratando la cuestión, limitándolo a una simple trilogía.


La película en sí es realmente entretenida. Tenemos que reconocer que los ingleses tienen una voz personal a la hora de hacer ficción, ya sea en cine como en Tv. Y Edgar Wright está entre sus principales portavoces. Son productos humildes, sin vocación de grandilocuencia, pero muy imaginativos. Tienen algo domestico, en este caso, creo que buscado adrede, muy agradable. Por otra parte, más allá de que las constantes de la trilogía se mantengan, eso no quiere decir en absoluto que la película carezca de entidad personal y/o reitere en cosas ya vistas. La gracia de los autores está en afrontar tres veces temas semejantes desde diferentes puntos de vista y resultar novedosos en todos los casos. Podemos decir que es una descripción-apocalíptica- de los varones británicos de entre 30 y 45 años.

El concepto que subyace es semejante al de “Abierto hasta el amanecer” (From Dusk till Dawn, 1996). Pero en la película del Gringo Rodríguez, la llegada a “La Teta Enroscada” marcaba un punto y aparte, los hechos incitadores de “The World's End” no cambian tanto el sentido del conjunto, gracias a cuestiones argumentales que devienen en esenciales para la consecución del tercer acto.

Pero es mucho más fácil hacer una película buena cuando tienes al elenco de excelentes y probados actores con los que cuenta esta película. Así como la cantera de Dr. Who, que ha marcado bastante más de lo que nos parece la Sci-Fi británica.

Creo que poco más es lo que debo de añadir y/o comentar. Yo la recomiendo. Es buena para una tarde de lluvia o una noche a primera hora.

Pero no me puedo despedir sin comentar que Wright está ahora mismo embarcado en la realización de “Ant-man”, parte de la segunda o tercera fase del macro proyecto Marvel. Para el que no lo sepa, Ant-man, alter ego de Hank Pym es uno de los fundadores de Los Vengadores y creador de Ultrón. Hago notar que el subtítulo de “Los Vengadores 2” es “La era de Ultrón”

martes, 15 de octubre de 2013

Pacific Rim: Agarreme ese Kaiju!!


La mayoría de la gente que me lee en este blog pertenece a la misma generación que yo, los que hemos nacido a finales de la década de los setenta, así que compartimos una serie de referentes, más allá de nuestro respectivo sexo. Entre estos se incluyen los que podemos llamar “Medios Icónicos de Masas”.Dos de estos referentes relativos a los Mass Media y que suelen darse juntos, son los monstruos gigantes y los robots igualamente gigantes que los combaten en entornos urbanos con mucha destrucción. No podemos evitar que, a la sola mención de estos conceptos, una larga serie de nombres como Mazinger Z,Bioman, Godzilla, Gundam o Mothman acudan a nuestra cabeza. 

 De origen Nippon, nacidos del reverencial terror de esta población al poder nuclear que tanto daño y humillación les había ocasionado(a pesar de que luego la abrazaran con tanto fervor hasta la terrible catástrofe de Fukushima), estos géneros han marcado a varias generaciones dentro y fuera del país del sol naciente. Por poner varios ejemplos, la importancia de los robots gigantes en la maravillosa “20th Century Boys” de Urasawa, la araña gigante de “Wild Wild West” o el chiste (de dudosa gracia, pero chiste al fin) del final del “La fuga de Monkey Island”. Por no citar el terrible impacto global de la saga de “Evangelion” a finales del siglo pasado, comienzos del presente. Y, a pesar de todo esto, faltaba la gran película made in Hollywood que los reivindicara (no me citéis la de Godzilla de Emmerich, que es un poco engendro). Pero esa gran película ha llegado. Se llama Pacific Rim y ha sido estrenada este verano. 

Siempre hemos pensado que los alienígenas invasores llegarían desde el espacio. Nunca se nos ocurrió pensar que podrían llegar desde una grieta dimensional en el fondo del Océano Pacífico, cerca de Hong Kong. Y frente a estos enormes monstruos de sangre fluorescente y bastante mala baba, los Kaijus, la humanidad ha respondido creando una serie de robot gigantes, los Jaegers, controlados por un par de pilotos unidos por un puente neural. Pero si bien los resultados al principio eran satisfactorios, a la larga, la humanidad está perdiendo la guerra. A punto de la derrota, las fuerzas que defienden a la humanidad no tienen otra elección que recurrir a dos insólitos héroes: un ex piloto acabado (Charlie Hunnam) y una aprendiz que todavía no se ha puesto a prueba (Rinko Kikuchi). Ambos se unen para pilotar un obsoleto Jaeger impulsado por energía nuclear, por supuesto. Juntos, son la última esperanza de la humanidad frente al Apocalipsis que se avecina. 


Ante todo, hay que decir que esta es una película de monstruos y robots gigantes hecha como aquellas, pero con pasta. No es una película hecha a la imagen de aquellas. O reivindicándolas, en una suerte de revisionismo. Es evidente que el impulso que subyace en esta película no es tanto el homenaje como la intención de hacer lo mismo, pero en el 2013 y con un envoltorio adecuado. Esta matización se me antoja importante en tanto y cuando define el tono de la historia y la narración. Es decir, es una simple historia de monstruos y robots gigantes con su justa medida de delirio belicista, un par de Mad Doctors y unas gotitas de tragedia personal que aliñen la ensalada colorista. Todo muy clásico y, sin embargo, muy necesario. 

Esta es una película muy dinámica, donde la verdadera protagonista es la acción, bien rodada. No es una película de personajes, definidos la mayoría por un par de pinceladas más o menos gruesas. Pero es que tampoco se necesita más: Un motivo, una razón para estar en la situación, una o dos características definitorias del personaje (Militar, buen piloto, científico, traficante) y un rasgo de personalidad. Punto pelota. A pegarse, que es lo que hemos venido a ver. De hecho, y me ha resultado muy agradable, no hay historia de amor. Quedaría muy forzada y metida con calzador. Pero sí que hay fraternidad, lealtad y convivencia, limitadas al marco de la narración. Esto lo digo porque ha habido críticos (principalmente del género femenino, me temo, y no lo digo como comentario sexista) que lamentaban el poco recorrido de los personajes (Sigh!)

 La historia es simple y directa, sencilla, a la par que interesante y efectiva. No busca engañar ni epatar con dobleces ni complicaciones y crea un mundillo coherente e interesante, donde la amenaza de los Kaijus y la destrucción por estos provocada (así como por la Jaegers al combatirlos) está asimilada. Todos los personajes cumplen su función argumentan con la precisión de un reloj suizo. Hay que hacer mención de nuevo a los Mad Doctors, dentro de la tradición de Del Toro, así como esos exóticos traficantes dirigidos por Ron Pearlman y Santiago Segura que dan color y algo de densidad a la trama. Para que no sea solo un delirio militarista y bélico, frente al inmovilismo y la corrupción de la clase política, esa que encuentra la solución a los problemas en la construcción... 


La factura de la película es sobresaliente. He leído comentarios que dicen que es un blockbuster de autor. Efectivamente, este epíteto es perfectamente aplicable. Encontramos las filias y las fobias de Guillermo del Toro por doquier, pero muy bien integradas. Los ejemplos se encuentran en esa Hong Kong cercana a Blade Runner, la presencia de armas blancas, parásitos y fetos. Y la presencia de monstruos que surgen del mar,como Cthulhu, si bien, más que al primigenio de R'lye, son más bien semejantes a insectos reptilianos con protrusiones parasitoides, típicas de la cinematografía del mexicano. Lo mejor que se puede decir es que las peleas lucen espectaculares y están muy bien hechas. El movimiento y la fluidez de los robots, con miles de piececitas que se mueven, increíble y que el conjunto, a nivel visual, impacta. 

Y a nivel sonoro, también luce muy bien, con una excelente y animada banda sonora de Ramin Djawadi, que está lanzado desde que musicó “Game of Thrones”. Suena actual a la vez que clásica y es muy dinámica, ya que huye de las actuales bandas sonoras algo más densas, con tal vez demasiada entidad dramática. Porque este es un blockbuster muy bien trabajado. Hecho con cariño y pensando más en la película en sí que en el supuesto beneficio económico, por lo que, si bien es muy reconocible y hasta cierto punto previsible, huye de las trilladísimas formulas de blockbuster veraniego para darte algo más. Un entretenimiento de primerísima calidad. 

 Por supuesto, tiene cosas negativas o no tan buenas. Pero voy a obviarlas por dos razones. La primera, para evitar spoilers y la segunda, porque creo que son francamente perdonables frente a los aciertos. Aunque diré que, en mi humilde opinión, el supuesto esquematismo de los personajes y del guión no son, para mí, errores en absoluto. Es más, me parecen aciertos. Y lo serán más si se hace una segunda parte que use esta primer solo como plataforma de lanzamiento o linea de salida, como pasaba como las películas de Hellboy.

 Yo creo que es una película a reivindicar. Podría haber sido un ejercicio de nostalgia y no lo es, aporta mucho más que simple nostalgia. También podría haber caído en una simple película de verano, llena de tópicos y vista mil veces, que lo único que aportase fuese la enésima pirueta de la empresa de SFX. Si bien luce espectacular, todo lo que sucede en pantalla se justifica en el guión y no se busca el impactar por impactar. A pesar de ello, hay varias escenas muy poderosas.

Creo que es el blockbuster de este verano, a la espera de los navideños.