sábado, 19 de mayo de 2007

Zodiac


Decía San Agustín, allá por el Siglo V de nuestra era, que si no me preguntas sobre un tema, lo sé todo sobre el mismo, pero que si me preguntas, no sé nada. Este comienzo tan aparentemente petulante viene a que es precisamente lo que pasa en esta película, crónica de una serie de fracasos en cadena y/o simultáneos que llevan a un atolladero de difícil salida, una vía muerta, una herida aun sin cerrar casi 40 años después del comienzo de los asesinatos. ¿Cómo contar algo que sabes sin pervertirlo?, ¿como demostrar aquello que es indemostrable, a pesar de que sabes que es la verdad?
En verano de 1969, un pistolero dispara en unas colinas de San Francisco a una pareja. Él se salva muy malherido con dos balazos, uno en el tórax y otro en la rodilla. La chica recibe diez tiros y muere de camino al hospital. Poco después, tres periódicos de la ciudad reciben una carta manuscrita en la que se inserta una parte, un tercio cada uno, de un mensaje codificado. Es el primer contacto con el asesino que se hace llamar Zodiac, que atemorizará a la bahía cerca de 20 años. La película reconstruye los hechos acaecidos desde ese fatídico día del tiroteo hasta 1991, cuando la policía logra encontrar al joven de la colina, que había desaparecido, y que era el único testigo vivo que podía reconocer a Zodiac. Es la historia de cuatro personas que van detrás del psicópata, un periodista del San Francisco Chronicle, Paul Avery (Robert Downey Jr.), un dibujante del mismo periódico, Robert Graysmith (Jake Gyllenhaal) y los agentes de policía David Toschi (Mark Ruffalo) y William Armstrong (Anthony Edwards). Los cuatro, por diversas razones, van detrás de Zodiac y de distintas maneras echan a perder sus vidas persiguiendo algo que, con el tiempo, se vuelve una quimera, una ilusión.
Me cabe la duda de si calificar esta película como obra de ficción o como un documental dramatizado. Desde luego, desde el comienzo de sus más de dos horas y media de duración, la información que se aporta es ingente, confusa y poco concluyente. Asistimos al vagar de esos cuatro tipos dramáticamente unidos en pos de una ilusión, una Obsesión con forma de psicho killer, apuntando datos, tomando pruebas, planteándose teorías y, ante todo frustrándose por no cobrar su ansiada presa.
David Fincher nos obsequia en esta película con el segundo psicokiller de su carrera, después del extraordinario John Doe de “Se7en”, película diametralmente opuesta a la que nos ocupa, pero donde ya nos encontramos con su rastro seminal. La filmografía de Fincher es bastante compacta y coherente. Siempre nos ha hablado de una realidad cambiante, subjetiva, donde el punto de vista es vital y donde una sola y precisa palabra puede cambiarlo todo. El mejor ejemplo de ello es “El club de la lucha”: donde la primera norma del club de la lucha era, si os acordáis, que no se puede hablar del club de la lucha. Además, el sentido de la película cambia radicalmente cuando altera su punto de vista. Pero esto también se veía en Se7en: El viejo detective desilusionado que interpretaba Morgan Freeman contaminaba de pesimismo y nihilismo la cabeza del joven matrimonio formado por Pitt y Paltrow hasta llegar a la autodestrucción final en la única escena luminosa, con sol y sin lluvia, de la película: habían visto la luz. La verdad que todos los criminales que el personaje de Freeman había capturado en sus años de trabajo habían proclamado y que John Doe impone violentamente. En este aspecto, Zodiac es su película más madura y adulta y, a la vez la más natural, o más bien “naturalista”. Es una película estructurada en niveles. El nivel básico, unos personajes férreamente escritos y construidos, interpretados de manera mucho más que solvente por actores de demostrada calidad. Personajes que dan bandazos y se dan de bruces contra la realidad. Personajes que hablan constantemente a lo largo de toda la película, dando datos y más datos, la mayoría de los cuales se muestran inútiles hasta que de repente, se antojan esenciales. Y este es el segundo nivel: lo que antes era solo un comentario, una anotación, un subjetivo punto de vista, se materializa en forma física, en el símbolo de Zodiac (esa especie de diana), los zapatos, los guantes de cuero…una realidad que en ningún momento se vocaliza. Nunca fue más cierto aquello de que una imagen vale más que mil palabras. El último nivel es el de la fatalidad y desatino, nunca mostrados como tal, pero que se ve constantemente, cual fatídica Fata Morgana.
Es evidente que en esta película, la policía está lejos de sus émulos de ficción, ya sea Gilbert Grissom o Temperance Brennan, en la sección científica, como Bullit o Harry El Sucio en la de investigación, por mucho que David Toschi haya sido su modelo en la realidad, cosa que le daba bastante rabia, tal como se ve en la misma película (se ofende cuando le llaman Bullit y se sale de ver Harry el Sucio asqueado). En la película se ve un cúmulo de mala praxis, cerrazón y errores de bulto en una investigación que estaba clara y era relativamente sencilla. Pero era lo que decía al principio, ¿Cómo conjurar a los hados cuando estos se ponen en tu contra?
La película está apegada a la realidad, con la cámara muy cerca de los personajes, haciendo gala de una suma austeridad, casi ascetismo. Solo se permite dos digresiones, un momento en que Graysmith ve los dibujillos de Zodiac al paso de Toschi cuando este visita la redacción del periódico, señal inequívoca de su nivel de obsesión, y la escena de la construcción de un edificio, un rascacielos: el tiempo pasa pero todo sigue inmutable. El resto es pura y banal (en el buen sentido de la palabra) realidad, la historia marcha renqueante a ritmo de salto temporal hacia delante: un día, dos días, siete años…saltando así hasta 2004, cuando se da el caso por cerrado…hasta este 2007, en el que ha sido reabierto.
Gran película que surge 30 años fuera de su tiempo. No está hecha para el espectador palomitero, lo que explica el extraño estreno que ha tenido en los USA, donde los estrenos se piensan con la cartera, en el cine para (supuestos) adultos y niños(animación, cine más comprometido..etc) y la polla en el caso del cine para adolescentes con las hormonas revueltas. El espectador que espere ver un policiaco típico o un nuevo Seven que se ahorre la entrada. Como aquel que espere ver a Spider-man. El que quiera ver una historia, que no dude en ir. Ahora bien, paciencia, es una película muy larga, aunque a decir verdad, cuando creía que iba a empezar a aburrirme, fue cuando más interesante se puso la cosa. ¿Quien quiere que le entretengan cuando le pueden estar contando una historia fascinante y real?.
Recomendada. Muy recomendada.

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