domingo, 1 de diciembre de 2013

Analizando Breaking Bad # 1




Tengo la extraña sensación de que un indicativo de que una serie o una película, es buena es cuando,al acabar, te deja con cierta sensación de orfandad, vacío. O, al menos, significa que te ha dicho algo y no ha sido solo un mero entretenimiento. Eso me ha pasado a mí con multitud de películas, más hace unos años que ahora, que soy más viejo y veterano. También con alguna serie. Entre las primeras, puedo citar Hattari, Casablanca...y entre las series, la estupenda “The Wire” o (de cierta manera) “Lost”.

Lo mismo me ha sucedido con “Breaking Bad”. El fin de las aventuras y desventuras de Walter White y su alter-ego Heisenberg, así como la de todos los desgraciados que (de alguna manera) se ven afectados por sus acciones, ha dejado un agujero en mí que he tardado unos días en poder rellenar. Por ello, creo que la serie, tanto por su historia como por su confección, se ha hecho merecedora de un post del Arcano Oscuro. Un post un bastante más extenso que los acostumbrados; el presente, que he dividido en varias partes. Me centraré, sobre todo, en la serie en sí, su confección, personajes... si bien, por supuesto, también hablaré de la historia y lo que en la serie sucede. Sin spoilear. O haciéndolo lo menos posible. Como siempre, salvo que se diga lo contrario.

Pero primero, pongamos la cosa en contexto:

Un poco de historia:

La AMC (American Movie Classics) es solo uno de los canales, todos especializados en cine, del conglomerado AMC Networks, accesibles desde 1984 en la mayoría de los paquetes básicos de cable del país de las barras y estrellas. El canal que da nombre al conglomerado estaba especializado en cine clásico de Hollywood; cine en blanco y negro con viejas glorias, tan reverenciadas como, en el fondo, despreciadas por vetustas. A finales de los años '80, el canal entró en franca competencia con TCM (Turner Classic Movies), que cubría el mismo tipo de producto con una evidente ventaja: el texano Ted Turner se había hecho con los derechos y la tecnología que le permitían colorear las películas que iban a emitir. A pesar del gran escándalo que se montó en aquel momento debido a la supuesta falta de respeto que conllevaba esta conducta, TCM siguió en sus trece y, le guste o no a los cinéfilos, consiguió ir aumentando sus ratings, poniendo en aprietos a la competencia.

El número de espectadores de AMC fue cayendo poco a poco, pero de manera constante a lo largo de los '90. Y esta caída era evidente, sobre todo,en el sector de los “Young Adults”, de los 18 a los 35-40 años. Este segmento de la población es muy goloso, ya que son jóvenes profesionales con dinero y ganas de gastar. Por eso, en 2002 AMC introduce un cambio importante: empieza a emitir películas más recientes, en color. Esto ocasiona unos gastos mayores, al ser películas más caras, lo que conlleva un segundo cambio importante: empieza a emitir publicidad. Infinitamente menos que en las generalistas y mucho más respetuosa con los tiempos a la hora de hacer los cortes, pero las películas de la AMC tienen pausas.

Y la cosa les sale bien. Las audiencias se recuperan y el canal empieza a hacer dinero. No de una manera espectacular, no deja de ser un canal de cable, pero lo suficiente como para sentirse desahogados y plantearse nuevas ideas. Y aquí es donde interviene la suerte.

En 2007, con un controvertido fundido en negro, se termina el último capítulo de “The Sopranos” en HBO, la casa de las series de calidad por excelencia. Uno de sus guionistas, Matthew Weiner, llevaba varios años vendiendo de manera infructuosa a los directivos de la cadena las virtudes de su guión sobre una agencia de publicidad en Madison Avenue. El canal Showtime, que en aquellos momentos aspiraba a hacer una pálida competencia a la HBO, tampoco estaba interesada en la misma. Este canal, como AMC, se ofrece en los paquetes básicos de cable, a diferencia de la HBO, lo que se traduce en menos dinero y la obligación de una mayor prudencia a la hora de invertir. En aquellos momentos, Showtime estaba muy contenta con los resultados de “Weeds” (2005-12), serie de Jenji Cohan que les daba excelentes réditos. Así que hicieron oídos sordos a Weiner. Desesperado, el guionista se dirigió a la AMC, a pesar de que no había emitido una serie en su historia, para que le produjera la suya. Sorprendentemente, le dijeron que sí. Y el resto es historia: Mad Men se convirtió en el estandarte de la cadena y un enorme éxito, tanto de crítica como de espectadores, demostrando unos altos estándares de calidad y ganas de plantarle cara a HBO desde la humildad, pero decididamente.



Y estos principios se confirmaron cuando al año siguiente, 2008, compraron la idea de Vince Gilligan de narrar en una serie la conversión de un profesor de química enfermo y eminentemente bueno en el peor de los criminales. La conversión de Mr. Chips en Scarface, según palabras del propio Gilligan. Paradójicamente, no fue Gilligan el que terminó de convencer a la cadena de la idoneidad de tan arriesgado proyecto, si no que el éxito de “Weeds” en Showtime. Y así nació “Breaking Bad”, la serie que hoy nos interesa.

Antes de cambiar de tercio, debo de decir que su éxito, al principio, fue mucho más moderado que el de Mad Men, en parte por haber sido una de las damnificadas por la huelga de guionistas de 2007, en parte por su temática delictiva, no muy bien aceptada por los espectadores de los estados más conservadores. Pero, a la larga, estos condicionantes fueron buenos, pues los guionistas tuvieron más tiempo y libertad para hacer una segunda temporada más cerrada y redonda así como para definir mejor los valores de producción, obteniendo un producto más refinado.

En 2010, la Cadena empezó a emitir su serie más exitosa y problemática,”The Walking Dead”, que será esencial para el desarrollo de la cadena, como veremos.


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