jueves, 28 de abril de 2011

Crematorio: Toda la paz del mediterráneo



Esta semana ha acabado, en Canal + la serie española “Crematorio”… ¡No!, ¡No te vayas! ¡Es española y es buena! Increíble, pero cierto. “Crematorio” es la mejor serie española desde hace ya demasiado tiempo. En el páramo infecto que es la ficción televisiva nacional, esta serie brilla como el platino iridiado.

Rubén Bertomeu (José Sancho) es arquitecto de carrera y promotor inmobiliario al estilo levantino de profesión. Su coto de caza privado es el muy mediterráneo ayuntamiento de Misent, pero se intuye que sus zarpas van más allá de ese municipio. En pocos días, tras solucionar unos pequeños flecos, comenzará a construir la ciudad de vacaciones “Costa azul”, su proyecto más soñado. Su canto de cisne. Pero los problemas empiezan a surgir. Para empezar, esos pequeños flecos no son tan pequeños. Además, su socio ruso empieza a intuir que se le está dejando de lado, huyendo de la mala fama que aporta a cualquier proyecto con intención de aparentar legal o, al menos, legítimo. Por otra parte, sus hombres duros empiezan a mostrarse no tan duros. Pero eso no sería nada si no fuera porque el dueño del crematorio del pueblo enterraba los cadáveres para ahorrarse el dinero de las cremaciones y la policía lo descubre, empezando una investigación que traerá consecuencias. Y muchas.

Todo esto viene acompañado de una crisis personal: su hermano, el idealista Matías, el simpático, pero vago Matías muere de cáncer. El drama de Rubén es que el hermano pródigo, siendo un paria de la tierra, era mucho más amado por la familia que él. Rubén se da cuenta de que, a pesar de que mantiene a la familia entera y se ha convertido en un puntal de la sociedad, es odiado y/o temido hasta por sus más íntimos, como su hija y que aquellos que lo aman y lo adoran, tal vez lo hagan por lo que pueden obtener de él antes de ser quien es.

Este es, en esencia, el argumento de esta serie de solo ocho ajustado capítulos. Alguien lo ha definido como la respuesta española (levantina, más bien) al padrino. Salvando las diferencias, se puede decir que así es, que puede que esta sea la respuesta al personaje de Puzo. La cuestión es que la serie describe una situación terriblemente real y vergonzosa. Solo hay que ver las noticias para darse cuenta de que la costa Española está lleno de personajillos sin una gota de moralidad o vergüenza que se hacen de oro a costa de alicatar las playas. Alteraciones en libros de cuentas, testaferros, tráfico de influencias, recalificaciones irregulares, elecciones amañadas… Todo este vocabulario que aparece en la serie, aparece también constantemente en las noticias.

Esta mañana, pensando en qué iba a escribir aquí, organizando un poco las ideas, me di cuenta del atractivo del hampón. En la serie, los “malos” son el juez y la fiscal anticorrupción y un grupo de honrados policías nacionales dirigidos por una simpática Inspectora. En todo momento se muestran más cálidos, empáticos y humanos que los protagonistas. Se intuye que es buena gente haciendo su trabajo. Sin embargo, te da rabia cuando irrumpen en casa de Rubén y empiezan a fisgarlo todo. Yo creo que eso es una gran virtud de la serie. Cuando logras que el espectador empatice con unos personajes que son negativos, es que lo estás haciendo bien. Y es que todos los personajes son sólidos, bien escritos y excelentemente interpretados. Ahora no me puedo imaginar a otro actor que pueda interpretar a Rubén Bartomeu que no sea un excelente José Sancho, en otra demostración de lo que es capaz de hacer si le dejan. Pero no solo él. Juana Acosta en el papel de Mónica, la joven nueva pareja de Rubén, Alicia Borrachero como la hija de Rubén o Vicente Romero, como el violento Sarcós, por citar algunos, también brillan con luz propia. Además, los guionistas les han dado grandes diálogos. Por una vez, no son explicativos, no son monólogos interrumpidos, se ven naturales. Y dan información precisa y concreta. Y hacen que la historia avance. Y dicen mucho de los personajes. Son los personajes los que hablan. No es la historia, ni mucho menos, el guionista, como pasa en la mayoría de las series Españolas. Esto me lleva a lo de siempre: un actor no puede levantar un producto audiovisual, por muy bueno que sea, si no hay debajo un sustrato que lo sustente. Un actor brilla cuando el guión brilla. Se puede lucir y tiene a donde agarrarse para, utilizando sus herramientas interpretativas, componer un gran personaje y una gran actuación.

Y todos estos personajes se mueven en un mundo muy bien fotografiado, con la luz del mediterráneo como protagonista. Por una vez, la iluminación se ve natural, real y los escenarios no se ven de cartón piedra. La apariencia de la serie es realmente cinematográfica, digna de un producto de calidad. La ambientación es sobresaliente, con muchos exteriores y buenos y trabajados decorados. Se ven reales, creíbles. Por otra parte, el sonido en directo excelente. Mucho mejor que muchas series americanas de primera fila.

Pero lo mejor de todo es el planteamiento y desarrollo de la serie. Desde luego, hay que buscar los referentes al otro lado del charco, en la HBO y su manera de hacer las cosas. Con las insalvables diferencias debido a presupuestos y recursos, es evidente que se ha intentado hacer un producto semejante a los de la cadena de cable que nos ha brindado las mejores series de la última década. La estructura del capítulo, la morosidad en la narración, los principios expositivos y narrativos e, incluso la excelente introducción (que realmente nos introduce en la historia) con música de Loquillo son claramente semejantes a los de la HBO. Lo que yo interpreto como el reconocimiento de una manera de hacer las cosas que debería de ser el modelo a seguir en según que productos. Es evidente que, desde el principio, se tenía la intención de hacer algo de muy buena calidad. Algo de lo que sentirse orgulloso.

Y ¿lo han logrado? La respuesta debe de ser un rotundo Sí. Desde luego, no resiste la comparativa con “The Wire”, pero ¿Quién lo hace? Por supuesto, tiene defectos y cosas que yo hubiera hecho de otra manera, especialmente en el último capítulo, pero no por ello deja de ser un producto superior. Vemos y admiramos series mil veces peores todos los días.

Me gusta es que sea limitada, solo ocho capítulos de 50 minutos (una duración normal…). Por supuesto, podrían hacer una segunda temporada, pero no sería lo mismo. También me gusta mucho el esfuerzo hecho por que sea un producto de calidad y alabo que se hayan tomado el riesgo de hacer algo diferente a lo acostumbrado. Ojala que esta sea solo la primera de muchas series tan buenas y atrevidas.

En el lado de lo que yo habría mejorado, está el hecho de que yo soy partidario de rematar (que no cerrar) los arcos vitales de los personajes, al igual que se hace con los arcos argumentales: Con esto quiero decir que me gusta que se sepa de manera unívoca cual es la situación de los personajes cuando lo que se está contando termina, más allá de que es evidente que continúan con su vida y que, por lo tanto, no tienen porqué tenerlo todo atado y bien atado. Reitero “rematado”, no “cerrado”. Tampoco me han gustado demasiado ciertas soluciones aplicadas. Unas por ser algo forzadas, otras por ser algo absurdas y casi casi un poco “deus ex machina”. Pero lo peor ha sido un homenaje demasiado claro, evidente y visto. Burdo en medio de una serie tan currada. Se tendría que haber buscado otra solución formal. Para los que claman que concrete más, no lo voy a hacer aquí, porque sería meter Spoilers, pero estoy a disposición de quien quiera saber más y discutir lo aquí escrito como siempre.

Por último, y a raíz del post de ayer, debo decir que esta serie es una adaptación de la novela de Rafael Chibes del mismo nombre. Si se le puede llamar novela, porque es un curioso experimento narrativo de más de 400 páginas. Un relato corrido contado en una tercera persona que se confunde con la primera con solo 13 puntos a parte, que delimitan los capítulos. Yo, la verdad es que la encuentro fascinante y muy recomendable. Muchos dicen que es la mejor novela en español de lo que llevamos de siglo. No sé, desde luego, y a pesar de que es durilla de leer, merece la pena. Y me quito el sombrero ante los adaptadores de la misma en forma de serie.
Os dejo la intro. No me diréis que no tiene un aire HBO delicioso…:



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