sábado, 2 de enero de 2010

Solomon Kane




Uno de mis géneros favoritos es el Pulp. Aunque no os lo creáis, me encantan las historias que son desprejuiciadas y te cuentan una historia bien montada, orquestada y entretenida, aunque sea increíble o de “serie B”, como se dice en el cine solo por el placer de contarte una historia con la que pases un buen rato, lejos de los problemas cotidianos. Hay algo muy placentero en ser espectador o lector de algo que te deja buen sabor de boca, sin ser una exquisitez. Creo que hay que reivindicar el morro en la literatura y el cine. Odio a esos que creen que toda su obra debe de ser trascendente, seria, sesuda y…aburrida. Hay autores muy estimables que han hecho grandes obras pulp. Hoy en día, muchos de estos autores son considerados clásicos: Herman Menville, Dumas o Dashiel Hammett, por ejemplo.
Muchos ya sabéis que lo que le pido al narrador es coherencia: cuando establece unas reglas de juego, debe de atenerse a ellas. También le pido que no intente dar gato por liebre. Y si lo hace, por lo menos que sea original, por jetas, por artero o por divertido. Es decir, que se tome muy en serio lo que escribe, aunque sea la mayor majadería del mundo.
Un clásico de la literatura pulp de los años 20 es este Solomon Kane, del que Robert E. Howard (autor de Conan el Barbaro, ya sabéis, la publicidad es lo que resalta) ha escrito 8 relatos (lujosamente editados en español por Valdemar) y del que se han publicado bastantes aventuras en formato cómic en los 70 y 80 del siglo pasado.
El capitán Solomon Kane es un soldado malvado y cruel que va sembrando el mal allí por donde va a lo largo y ancho de los mares de Europa y el norte de África al servicio de la corona inglesa hasta que se topa con un demonio (llamado Guadaña en la película) que le reclama su alma por haberle permitido sobrevivir a tantos años de tropelías y pillaje. Tras escapar de milagro, decide tomarse este encuentro como una revelación y deja las armas para abrazar la paz de los Puritanos para salvar su alma. Pero su destino está atado a la espada y la sangre. Si antes servía a sí mismo y a su codicia (y de paso a la reina Isabel I de Inglaterra), ahora sirve a Dios. Es, en el sentido más estricto de la palabra, un soldado de Dios, un peón. Y esto es lo que cuenta la película, el inicio de las aventuras de Kane, si bien, no adapta ninguna de las novelas de Howard.
Ante todo debo decir que es una pena que la publicidad venda una película que parece un vulgar blockbuster americano en vez de humilde pero excelente película europea con evidente vocación Pulp que es. Un producto cuidado y bien hecho, sin más vocación que entretener sin tomarte el pelo e intentando aportarte algo más que acción y efectos especiales. La larga introducción del personaje nos deja claro que son muchos los pecados que debe de purgar, así, el largo y trabajado primer acto, nos enseña el primer paso de la dolorosa vía purgativa que el personaje debe de recorrer y que constituye el esqueleto de la cinta. El nudo es consistente y no constituye un mero y ruidoso trámite para unir planteamiento y desenlace, como sucede muchas veces. Es al final de este segundo acto donde hacen aparición los que, para mí, son los principales defectos de la película. En primer lugar, de repente se hace un poco más previsible de lo esperado y, en segundo lugar, el final resulta un poco apresurado y abierto de más. Estos defectos, si bien evidentes, no afectan en demasía al resultado final, más que digno.
Destaca un diseño de producción excelente, donde el mal está representado por el color dorado y el fuego y el ¿bien? por los colores blanco y negro y el hielo. Geniales esos escenarios helados, nevados, llenos de escarcha, niebla y barro, sobre los que destaca la estampa de Solomon. Pero lo mejor son las interpretaciones. James Purefoy se cree su personaje y le da humanidad a ese desalmado: la cara de miedo que pone cuando se le aparece el Ángel de la muerte para llevarse su alma, la de desesperación cuando lo echan del monasterio donde se encontraba en paz, lejos del mundanal ruido o la de dolor y desesperación cuando cree que ha fallado en su misión vital. El actor, famoso por su Marco Aurelio en Roma, está secundado por excelentes actores, entre los que destacan un siempre excelente Pete Postlethwaite y Mackenzie Crooks, en un papel de sacerdote realmente conseguido por lo inusual del personaje.
Realmente creo que es una película muy entretenida y que hay que reivindicar. Nos cuenta una historia de serie B, sí. Pero se la toma muy en serio. Los autores no hacen una chapuza solo porque saben que están contando una historia de serie B. No hacen ninguna concesión de cara a la galería y, en muchos aspectos, es realmente cruda. Además, está muy bien rodada. Las escenas de lucha son muy buenas, breves, concisas y violentas. Los demonios y otras criaturas están bien hechos, sin alardes inútiles. En ningún momento se ve cutre, habiendo incluso varias escenas de masas bien aparentes. Se nota que es una película hecha con mimo y amor. Le tenían cariño al personaje y sus circunstancias.
Vuelvo a comentar que está excelentemente ambientada. Tal vez porque los diseñadores de producción saben de verdad como era la vida en la Inglaterra del siglo XVII y como eran los castillos más allá de las simples referencias bibliográficas y las representaciones más o menos fantásticas que podrían quedar bien en Conan, pero no aquí.
Visto lo visto, espero más aventuras del Capitán Kane.

1 comentario:

Kike dijo...

En Francia fracasó, pero en España ha sido un éxito.. ¡¡Segundo puesto en taquilla, pisándole los talones a Avatar!!

Espero sinceramente que la película triunfe. A ver que tal funciona en el resto del mundo.