viernes, 6 de febrero de 2009

La gente que se ofende


Leído en El País Digital:


"A Miley Cyrus, la actriz que interpreta al personaje de Disney Hannah Montana, le ha sucedido lo mismo que a la selección española de baloncesto en los Juegos de Pekín: ha sido acusada de racista por hacerse unas fotos en las que aparece estirándose los ojos para imitar los rasgos asiáticos.
"La fotografía de Miley Cyrus y otras personas que estiran sus ojos y que circula actualmente en Internet es ofensiva para la comunidad asiática y establece un terrible ejemplo para muchos de sus jóvenes fans", asegura la Organization of Chinese American (OCA). "La actriz insulta a sus muchos fans asiáticos", ha dicho un portavoz de la organización. Hannah ha pedido disculpas".


Desde luego, es la leche. Alucino con la capacidad de la gente para sentirse ofendida. Ya había alucinado cuando el incidente de la Selección de Baloncesto, alucino más con esto. Hannah Montana…No sé si habéis visto alguna vez esta serie. La emiten en Disney Channel. Es la cosa más blanca y neutra que te puedes echar a la cara.

Pero es que minutos después de leer esta vergonzosa noticia, leo que el año pasado, según cifras oficiales, se han muerto ¡93.000 mineros chinos! En un año. Por esto no se enfadan ni se ofenden. 93.000 trabajadores se han muerto en solo una de las muchas actividades de las que se compone el entramado industrial del gigante asiático. Y ellos, ofendidísimos por lo de la Montana o lo de Pau Gasol.

Como también se ofenden todas las feministas locas cuando se ve un pezón en un anuncio…o creen que se vulnera la imagen de la mujer en los medios. ¿Os acordáis el pollo que se montó cuando el queso de tetilla se anunció con una chica enseñando un pecho pequeño (una tetilla) y un queso de esa denominación tapando el otro? Era ridículo y absurdo.

Creo que se está haciendo un abuso del derecho a la ofensa. Todo el mundo se siento ofendido por algo. Y, lo que es peor, se creen con el derecho a una satisfacción. Me recuerda a aquel capítulo de los Simpson donde Homer se sentía ofendido por todo para poder darle a la gente con un pañuelo en la cara como desafío a un duelo a muerte. En el fondo es igual de ridículo.

Es un hecho fisiológico que los chinos tienen ojos achinados y que esta es una característica definitoria de su variedad. Igual que los negros son negros y las caribeñas tiene el culo grande. Por eso, me parece normal que, si se quiere imitar a un chino, se pongan los ojos así. “Ah, es que a los chinos no se les puede imitar”.¿Porqué no? Aceptamos imitaciones de Zapatero, de Obama y nos reímos de ellas. ¿Por qué no de los chinos, de los negros, de los sevillanos? Que son solo arquetipos. ¿Vale reírse de imitaciones de personas y no de imitaciones de colectivos?. Colectivos, que, por otra parte, carecen de tara alguna. No es lo mismo reírse de un chino que de un retrasado.

Por otra parte, a pesar de no haber visto la foto de Hannah Montana, estoy convencido que su espíritu era similar a la de Gasol y Co.: Rendir un homenaje a los chinos y su característica física más reseñable: los ojos achinados. Es decir, ni siquiera creo que se hiciera la foto con afán burlón o jocoso, afán que creo que no es ilícito, ojo, mientras se mantenga en los límites del respeto y la educación.

El problema radica en que para alguna gente, sus límites son estrechos de más, mientras que se permiten estirar los del prójimo todo lo que quieren. Es el caso de Jiménez Losantos, que cada vez que abre la boca, suelta sapos y culebras y ofende (ej. llamó “maricomplejines” a Rajoy y poco menos que acusó a Zapatero de haber puesto él la bomba en los trenes de Atocha). En cambio, los lectores del “El Jueves”, en democrática votación deciden declararlo “El gilipollas del año 2008” y él se ofende y denuncia a la revista, que está de moda.

Pero el problema más gordo no es ese: es que los supuestos ofensores, se arrugan ¡y piden disculpas!, tal como se lee en la noticia arriba. Eso es aceptar que se les ha insultado: darles la razón a quienes no la tienen, a los exagerados. Es coartar tu libertad de expresión. En un momento en que se recortan las libertades en nombre de la seguridad, no se puede tolerar que nos recorten también el derecho a disentir, a argumentar, a batallar. Es ponerse a su nivel, un nivel muy inferior.

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