lunes, 4 de julio de 2011

Transformers 3: la cara oculta de la luna.



Este es tercer post de este año que hago sobre un Blockbuster, una película hollywoodiense en el que me veo obligado a comenzar recordando este hecho: esta película es un Blockbuster, hecha para satisfacer a un sector de la población lo más grande posible sin ofender a nadie en absoluto con la noble intención de hacerse de oro a base de vender entradas y palomitas. Esto conlleva una serie de cosas, entre las que debemos de citar sencillez en la historia, linealidad y claridad expositiva. Vamos, que todo el mundo tiene que entender la historia. O salir de la sala con la sensación de que la entendido. Una vez dicho esto, debemos de citar, como he hecho en las anteriores ocasiones, que dentro de los bockbusters, con sus normas no escritas y sus particularidades, hay diferentes calidades.

Con las películas de Michael Bay (más que con otros directores), en general, me pasa que me suele sobrar el guión. Es decir, este es solo una excusa más o menos trabajada para enlazar espectaculares escenas llenas de efectos especiales y acción. Punto. El desarrollo de los personajes, razones, motivaciones, en el fondo, la historia, suele dar un poco lo mismo. Y digo “suele” porque en “Armageddon” y “La isla” hay más construcción de personajes e historia. Alguno dirá que me olvido de “Pearl Harbour”. No lo he hecho. Los personajes son tan tópicos, que me parecen soldaditos troquelables, madelmans o GI Joes y la historia… en fin.

Pero el caso es que Michael Bay es muy bueno haciendo grandes espectáculos pirotécnicos vacios, lo que es la saga de los Enormes robots de Cybertrón es. Quien diga lo contrario, miente o no sabe de qué está hablando. De hecho, la saga le viene como anillo al dedo. Seamos serios, ¿Quién siente empatía por un enorme robot que se transforma en cabina de camión? Nadie. De hecho, y aunque suene a contradicción, la gran calidad que tienen los robots generados por ordenador hace que la película luzca impecable, pero acaba con el efecto espejo, ese que hace que el espectador ponga algo de sí en los personajes:La calidad de los robots, el hecho de que parezcan tan robóticos hace imposible que nadie se pueda sentirse identificado con ellos. Desde luego, el Optimus Prime de las películas no está tan antropomorfizado como el de los dibujos.

En la primera película, la historia se centraba en Sam Witwicky (Shia LaBeouf), sus padres y su relación con Michaela ( Megan Fox). El primer robot que te introducían de verdad en la película era Bumbble-Bee, que se convertía en el objeto de deseo del pobre Witwicky. Es decir, la trama se basaba en los humanos metidos en una pelea de robots, a diferencia de las otras dos películas, donde el core de la trama es como se dirimen son las cuitas que los robots, Autobots y Decepticons, tienen entre sí. Esto hace que, indefectiblemente, el interés de la película baje muchos enteros. Los humanos se convierten en los comparsas de los robots y no viceversa. Es decir, lo interesante de las dos siguientes películas es solo la espectacularidad. SOLO.

Cuando salió la segunda película, todo el mundo protestó de lo caótico de la misma. No tenía ni pies ni cabeza, ni ritmo, ni un desarrollo decente. Los personajes se dedicaban a vagar por la pantalla (Y por el mundo) sin mucho sentido ni explicación, llevados por las circunstancias, por la casualidad y, en menor medida, por la causalidad. Eso es veneno para una historia: los personajes tienen que tener un objetivo claro. Clarísimo. Puede que el espectador no lo conozca, pero al ver la película, la serie, debe de estar seguro que lo tiene. Por ejemplo: esto hacía muy interesante al personaje de Ben Linus en “Perdidos”. Hacía muchas cosas sin mucho sentido, pero en todo momento aparentaba que sabía qué es lo que hacía y porqué. De hecho, cuando deje de tener claras las cosas, poco antes de su encuentro con Jacob, el personaje se diluye para desaparecer de una manera lastimosa. Era un gran personaje que no merecía ese final. Es decir, el personaje debe de ser la parte activa de la historia, a pesar de que la realidad de la trama pueda acabar imponiéndose y convirtiéndolo en el sujeto paciente.

En esta tercera película, este enorme fallo está más o menos solucionado. Aunque es un caos, la cosa está bastante más encauzada. Pero también es patente que, a cada película la cosa es más disparatada. En esta tercera es evidente. No sé como explicarlo. La historia, los personajes, la trama, está acelerada, como disparada y borderline. Desde el principio, la película va a todo trapo. Los personajes hablan rapidísimo, corren en vez de andar y gritan en vez de hablar. Nunca dejan de hacer cosas. Y mejor si en pantalla suceden tres cosas a la vez. Por otra parte, los humanos son llevados al límite. Solo hay que ver el personaje de John Malkovich o el de Ken Jeong. Y en esta vorágine, se te va soltando información a paladas, entre peleas, golpes y carreras. Y, ¿sabéis lo mejor? Que funciona, te lo tragas. Hay tanta acción que estás noqueado. Ejemplo: Los transformers se meten unos zambombazos con sus cañones de la leche y siguen peleando. Los humanos les disparan con sus fusiles “antibots”(pero fusiles de infantería al fin) y sufren lo indecible. Absurdo. Además, si tienen tecnología “Antibot”,¿Porque siguen usando misiles normales? Cosas así, hay a cientos en la película. Y más absurdas todavía, pero bueno, no las voy a citar para no hacer Spoilers. El caso es que, viendo la película dices “amen”… y sigues viéndola.

Con esto quiero decir que, si bien, a nivel de guión, esta película es superior a la dos, tampoco es para tirar cohetes. Pero resulta que es muchísimo más espectacular (la ciencia CGI avanza) y está mejor rodada. No hay planos que duren menos de 5 segundos (lo único bueno que se ha obtenido de las 3D), con lo que se vé qué es lo que pasa en pantalla, no solo dos amasijos de hierro pegándose de leches por el suelo. Existe un claro objetivo que cumplir, aunque sea discutible. Y han cambiado a Megan Fox por Rosie Huntington-Whiteley, que está tan buena como aquella, actúa mejor (no es difícil, aunque tampoco le darán el Oscar en breve) y aporta más a la película, ya que permite (potencialmente) desarrollar nuevas vías argumentales.

Y digo “Potencialmente” porque la película dura 154 minutos (casi nada) y, cuando falta algo así como hora y cuarto para su final, la historia/trama, que ya era endeble y absurda (¿Cuántas veces he puesto esta palabra?), desaparece y solo queda el ruido y la furia del combate urbano.


¡Ah, bueno!, al final hay como 30 segundos (por reloj) de pseudo-epílogo.

Bueno. Valoración. ¿Es la peli mala? Desde luego, desde un punto de vista de guión/historia/dramaturgia, es penosa. Es un disparate en grado sumo. Pero es entretenida, divertida y muy muy espectacular. Yo me lo he pasado teta viéndola. Así que cumple su función de entretener. Pasas un rato muy divertido. Y si eso es lo que buscas, sales más que satisfecho.

No sé, llamadme condescendiente, pero creo que le doy un notable. Y es curioso que yo, que soy un loco algo obsesivo del Storytelling le de un notable a “esto”, pero me ha entretenido y he disfrutado. Además, al recordarla, no puedo evitar sonreir, tanto por recordar cosas muy espectaculares como por las ideas de bombero que contiene. Es tan disparatada, tiene tantos errores, fallos, sin sentidos, etc. que hasta me río. Como me pasó con “Starship Troopers”, aunque esta era peor. Mucho peor. Y creo que se tomaba en serio. Uno es así de contradictorio. Y no me importa reconocerlo.

Recomendación: si pensáis que, en algún momento la vais a ver, hacerlo en el cine, ya que en casa, por mucho bluray, se perderá mucho. Solo por el tamaño de la pantalla. Y ni se os ocurra verla en 3D. Que le den por el saco a las gafillas de plasticuchi y a los de Hollywood.


Por cierto, Michael Bay tiene conciencia ecológica, recicla en su cine: LINK

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