domingo, 17 de julio de 2011

Cars 2: El mundo está loco loco



Hay un dicho por ahí, bien conocido, que dice que las segundas partes nunca fueron buenas. Esto puede ser verdad si lo que consideramos como una segunda parte es realmente una segunda parte. Me explico. Cuando una obra tiene éxito, lo fácil, factible y, en el fondo, lo cómodo, es hacer una “segunda parte”. Pero esta puede limitarse a ser un mero “exploit” de los éxitos de la obra original o intentar innovar, sin que la cosa desentone demasiado, para crear cierta sensación de coherencia. Aportar algo nuevo. También existe una tercera opción. Y es que, simplemente, la historia no había acabado. Por último, también debemos de reconocer el hecho de que toda segunda parte palidece frente a la primera por haber perdido el efecto sorpresa que esta atesoraba, es más “conocida” y el espectador va a exigir más para obtener el mismo efecto. Es como los yonkis: el efecto de acomodación.

Por todas estas razones, creo que se debe de ser muy cuidadoso a la hora de desarrollar una segunda parte. Se deben de manejar los parámetros citados con cierta precaución. En mi opinión, los estudios de Hollywood se dedican a clonar sus éxitos con demasiada alegría. Así vemos como meritorias películas se vacían de contenido y sentido al irse convirtiendo en sagas. Y no solo me refiero a “Piratas del Caribe” o “Matrix”, dos ejemplos bien conocidos. También me refiero a “Aliens”, “Parque Jurásico” o “El planeta de los Simios” por poner un ejemplo más clásico y demostrar que no es un fenómeno reciente.

Pero puede ser que la idea detrás de la segunda parte sea contar algo diferente aprovechando los hallazgos de la primera parte. Esto es lo que viene sucediendo desde hace años con la Pixar. Casi todas las películas de éxito de la compañía del flexo Luxor, han tenido al menos un corto que “explotaba” la película. Y “Toy Story”, además, cuenta con tres partes. De modo que el hecho de que se propusieran hacer “Cars 2” no es tampoco una sorpresa. Lo és que hayan decidido hacer un producto tan radicalmente diferente en tantas cosas a su referente. Pues las tres películas de “Toy Story” hablan de la amistad como tema desde un punto de vista concreto y van desarrollando su tesis sobre el citado tema, la fidelidad, etc. de un modo coherente, y continuista a lo largo de la saga. En el caso de “Cars”, el tema era también la amistad, pero desde otro punto de vista: como la manera de regresar al mundo real. Además, este tema servía de coartada para reivindicar otros conceptos más difusos y complejos. Pixar, como siempre, desarrollaba unos personajes complejos, creíbles, a pesar de ser coches, con unos conflictos perfectamente reconocibles e identificables. En cambio, en esta segunda parte, se han olvidado del “mensaje” para darnos el primer largometraje de la compañía que es simple disfrute y desparrame, como lo eran muchos de sus cortos.

Aquí se puede entrar a valorar si un remake de una película tan trabajada a nivel de guión era la ocasión adecuada para hacer un simple divertimento insustancial o no.

Porque es indiscutible que esta es la peor película de Pixar. Lo que no significa nada, ya que aun así, es muy superior a la mayoría del cine que se hace. Solo que, sobre todo a nivel de guión, palidece frente a toda la producción anterior de la compañía. En este caso, el mensaje queda en segundo plano, así como el desarrollo y dibujo de los personajes y la trama, cosas que, hasta el momento habían sido la base de toda producción de la compañía y lo que le daba ese grado de excelencia. Pero es que se ha sacrificado esto en aras de obtener un sentido homenaje al cine de espías de los ’70, especialmente, las disparatadas (y algo camp) películas del James Bond de Roger Moore. Pero no solo James Bond: también “The Italian Job” o las adaptaciones de novelas de espías de John LeCarre o Frederick Forsyth. El resultado es una película de perfil bajo, cierto, pero muy entretenida. Está llena de detalles muy divertidos y tiene un ritmo endiablado y alocado, fruto del hecho de que se centre en el personaje de Tom Matter, que ya es, de por sí, algo alocado. En este aspecto, me recuerda a “El mundo está loco loco” o “La carrera del siglo”. La trama es, a partir de un momento, atropellada y la narración se vuelve algo anárquica. Como sucedía en los ejemplos en los que se quiere reflejar. Y también en muchos westerns. Es, desde mi humilde punto de vista, una decisión artística francamente arriesgada querer imitar modelos de filmes hoy superados por la ortodoxia hollywoodiense de Syd Field y demás siervos de la “medida”, que es cada vez más monolítica y formulaica.

Y digo esto al leer críticas muy sangrientas contra la compañía de Lasseter y contra el propio director. En el fondo, se ve una gran envidia por haber hecho de sus 11 películas precedentes 11 obras de arte. Cuando aflojaron un poco el ritmo y se descolgaron con una boutade como esta (porque eso es lo que es), les ha salido la mala hostia y han ido a degüello. Pero, en mi opinión, a estas alturas, Pixar no tiene nada que demostrar a nadie, salvo a ellos mismos. Y, en ese aspecto, no se duermen en los laureles y se desafían constantemente con ansia de superarse. Así es el caso de “Brave” y antes, su primera película en imagen real “John Carter from Mars” del que aquí os dejo el trailer en español:



Y os digo que un día harán una película que podremos decir, objetivamente, que es mala. Cars 2 no es el caso, por lo que tiene de puro cine Trash autoconsciente en sus fotogramas. Es puro cine B. Si Tarantino o Rober Rodríguez hacen esto, se les alaba, si lo hace la Pixar…

En resumen, es una película para ir, disfrutar, reírse e irse a casa más contento. Y para que ellos ganen un montón de pasta para hacer otras cosas mejores. Que no nos podemos olvidar de la parte de negocio de la cosa. No es nada más. Y nada menos.

Los más avispados, os habréis dado cuenta de que casi no he hablado de la película en sí. No ha sido un error, ha sido totalmente consciente. Es uno de los casos donde conviene descubrir lo más posible en la pantalla.

En serio, Enjoy, just do it,

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