sábado, 27 de noviembre de 2010

Joe Satriani: El Alien era él


El día nos recibió húmedo, gris y frío. Como corresponde al invierno. Pero a mí me daba un poco igual, ya que iba a esperar una tarde-noche excepcional. Lo sabía y con esa ilusión, me levanté ese día con mucha energía. La experiencia comenzó con un banquete de sushi. Hace nada, era un plato exótico por estos lares. Últimamente, se está volviendo algo relativamente fácil de encontrar. Y no es precisamente de mala calidad. El caso es que nos dimos un buen homenaje. Después de comer, descansamos un rato y partimos hacia Porto.


Al salir, el cielo se había aclarado algo y aun se podía decir que estaba algo soleado. El problema es que, a medida que cogíamos la autopista, el cielo se iba oscureciendo de mala manera y, sin comerlo ni beberlo, se juntó una tormenta impresionantemente oscura con la caída del sol, de forma que se hizo de noche de golpe. La tormenta descargo, con bastante fuerza en varios momentos mientras nos acercábamos a la ciudad del Douro por la desierta autopista. Cuando llegamos, ya apenas llovía, así que pudimos hacer turismo y explorar la ciudad de mojadas calles. Hacía mucho tiempo que no iba así que la recordaba regular, pero lo suficiente para constatar la enorme mejora que se percibe en la misma.


Después de pasear bastante por la ciudad y colarnos en el teatro donde iba a ser el concierto, nos metimos en un sitio a cenar. Yo estaba bastante lleno de sushi, así que me decidí por un perrito caliente (cachorro, le llaman). Tenían el normal y el especial con patatas. Yo le pregunté qué tenía el especial, y me dijo que jamón, queso y una salsa de tomate con vino blanco. Fue lo que pedí. Cuál fue mi sorpresa cuando me traen en un plato una cosa alargada de medio centímetro de grosor sumergido en un mar de salsa y rodeado de patatas. Cojo cuchillo y tenedor y resulta que estaba duro: era el perrito caliente, pasado por la plancha, buceando en salsa. La verdad es que de sabor no estaba nada malo, pero es la primera vez que veo eso en mi vida.

Aunque quedaba casi una hora para que diese comienzo el concierto, nos acercamos al local, para ver que se había formado una impresionante cola. En mi vida me había pasado eso. El caso es que, por supuesto, nos quedamos en la misma, guardando sitio, mientras nos turnábamos para comprar bebidas y otras fruslerías. Por suerte, no lloví ni hacía excesivo frio, así que se aguantó bien.


Puntuales como relojes suizos, a las 21:30, hora lusa, abrieron las puertas del local y entramos. Era un vetusto aunque historiado teatro ce excelente acústica al que habían retirado los asientos (operación que espiamos cuando nos colamos), con lo que cabíamos unas 1000 personas algo apretadas.


Nos recibieron los teloneros, un trío del que lamentablemente no me quedé con el nombre. Muy buenos y cañeros. Tocaban un rock rápido y sucio muy entretenido y animado. Realmente me gustaron. Solo tocaron cuatro canciones de unos 5 minutos cada una, en las que se supieron meter al público en el bolsillo y calentar el ambiente.


En apenas un cuarto de hora, se apagaron las luces y surgió el maestro Satriani atacando “Ice 9”. Buen tema para ir sentando cátedra de lo que es tocar la guitarra de verdad, ya que fue la primera oportunidad para demostrar su categoría. Se le ve pequeñito, esquelético y con la calva brillante. Además, esas gafas de espejo que se pone no hacen nada por darle aire de Guitar Heroe. Pero cuando empieza a sacar sonido a sus guitarras Ibanez, llena todo el escenario.

Casi sin pausa, atacó las siguientes tres canciones “Hordes of Locust”, “Flying in a blue dream “, donde las pantallas empezaron a proyectar hipnóticas imágenes y “Light Years away”. Fue en ese momento cuando nos habló por primera vez para presentarnos a la banda y decirnos lo que le gustaba tocar en Portugal. No es muy locuaz y tiene un acento bastante cerrado, pero se mostraba agradable y parecía estar contento. El que daba el espectáculo era el bajista, que saltaba, se movía y se agachaba.


Las siguientes canciones fueron “Memories”, “War” y una nueva, “Premonition”, a la que siguió el famoso “Satch Boogie”. Después pasó a una más lenta, “Revelations”, con sus largos fraseados y sus guitarras dobles para dar paso a otra de sus nuevas canciones: “Pyrric Victoria”, a medio tiempo, bastante cantarina y con unas interesantes líneas de teclados. Y bloque terminó con la mítica “Crystal Planet” y ”The Mystical Potato Head Groove Thing”, donde hizo una de las mejores demostraciones de sus extraordinarias habilidades a las 6 cuerdas.


Acto seguido, nos contó que la siguiente canción la había soñado. Era “Dream Song” También nueva. Es de las que menos me gustó del concierto. Se hacía un poco repetitiva y ese soniquete que se repite. No sé. Me recuerda a música del “Sonic the Hedgehog”.


Acto seguido, vino “God is Crying” la oportunidad de hacer headbanging y saltar un poco. Después, hizo un homenaje a España con “Andalusia”, donde demostró que sus habilidades con la guitarra española están a la altura de las de la eléctrica. Esta canción luce un montón en directo. Si lo oyes en lata, pierde mucho.


Después vino una serie de lentas con “Littleworth Lane”, lenta, cerca del blues, seguida de “why”, que me recordaba a las canciones de los de navecitas en las 8 bits y la última novedad “Wind in the Trees”, también lenta. Este bloque terminó con la ya mítica “Always with me, always with you” que es realmente emocionante en directo, el epíteto de lo que se le debe de pedir a un Guitar Hero. Una auténtica gozada:








Y el concierto se acabó con la sorpresa de la noche, la más que clásica “Big Bad Moon”, una de las pocas (si no la única vocal que tiene), donde cantó, toca la harmónica y dio caña en la canción de todo el setlist más clásica en su concepto, más de banda de rock.


Pero, desde luego, hubo bises: “Crowd Chant”, que como su nombre indica implica a los espectadores y es un pelotazo .Además, sacaron camisetas de Portugal, la bandera y toda la pesca. Muy divertida. Y la gente realmente brincó, cosa rara en Portugal.


La última canción de verdad fue “Summer Song” un broche excelente de casi 9 minutos, tras los cuales salimos del teatro realmente contentos y conscientes de que acabábamos de ver a un Maestro ejerciendo su ministerio. Es un monstruo de otro mundo. Realmente, el alien es él.

Excelente, como diría el Sr. Burns.

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