miércoles, 8 de septiembre de 2010

Blockbusters veraniegos: Salt Vs. Knight and Day

Desde hace un tiempo quiero hacer un post-comentario sobre estas dos películas. Como ya se les ha pasado un poquillo el arroz y, probablemente ya hayáis leído y/u oído demasiado de ambas, he decidido comentarlas juntas. Esto me lo facilita el hecho de que, como sabéis, Tom Cruise iba a protagonizar Salt cuando decidió que se parecía demasiado a “Mission Impossible” y cambió de tercio para protagonizar Knight & Day. Me vais a permitir que use el título inglés, ya que, además de ser un juego de palabras, tiene más sentido.

Ante todo, decir que ambas recuerdan poderosamente a la película de Brian De Palma (superior en todos los sentidos a las dos) en tanto en cuanto basan gran parte de su “plot” en las dudas que despierta la afiliación del agente secreto protagonista, Roy Miller en K&D y Eveline Salt en la película que lleva su nombre y el hecho de ser perseguidos por sus antiguos compañeros por ello. Knight & Day, por su tono de comedia y lo descreído del personaje de Cruise se encuentra algo más alejado del ya famoso Ethan Hunt. Por ello, creo que la decisión de Cruise de no hacer Salt no ha sido desacertada, si bien creo que tampoco debería de haber protagonizado K&D. No podemos evitar sentir cierta sensación de Dejá-vù que no es del todo agradable. Aun tiene demasiadas cosas en común. Matt Damon y Paul Greengrass ya lo sufrieron con Green Zone, que todo el mundo (incluso los de marketing del estudio) ha visto como Bourne en Irak. Y eso a pesar de que entre la saga del agente desmemoriado y la película de guerra había muchísima más distancia.



Day and Knight es una bufonada. Una película que es imposible tomarse en serio. Un blockbuster veraniego formulaico, para pasar el rato. Un agente secreto, Roy Miller, perseguido por los suyos, utiliza a June Heavens (Cameron Díaz) para poder colar en un avión una poderosa pila llamada como el dios del viento griego: Céfiro. Como os podéis imaginar, la pila en cuestión es poco más que un McGuffin que sirve para poner en marcha la acción, increíble, atropellada desde principio a fin, aunque bien rodada y planificada. El comienzo, con una escena de acción en el mencionado avión es bastante interesante, si bien, a partir de ese momento, la película se vuelve fragmentaria y asistimos a una narración que ocurre a trompicones, a base de una serie de Set Pieces sin demasiada solución de continuidad que se encuentra cada una de ellas situada en una localización geográfica diferente. El colmo de la desvergüenza está en el hecho de que en dos (2) ocasiones se salta de un set piece a otro sin ninguna explicación gracias al miserable recurso de utilizar una droga para dormir a uno de los personajes principales. Es decir, los personajes están jodidos, rodeados y sin salvación y entonces, farmacopea mediante, ¡Ale Hop! Están a salvo y muy lejos. Sin explicar más. Si esto no es echarle mucho morro, que baje dios y me lo diga.

Por otra parte, es una buddy-movie demasiado asimétrica como para funcionar bien. Efectivamente, Miller y Havens son como el día y la noche, mezclan mal, como nos acaba de enseñar la Pixar en el maravilloso corto que antecede a Toy Story 3.


Dejando de lado que un traficante de armas español (absurdo, el propio Gobierno Español es el segundo proveedor de armas a todo quisque a escala mundial) sea capaz de hacer cosas que no es capaz de hacer la CIA y otras tonterías, hay que ser sinceros y ver que ni Tom ni Cameron están ya para hacer una película de acción de estas características. La vida es así de injusta. Cameron sigue estando muy bien, pero los años ya le pesan, no es la joven candorosa de “Algo pasa con Mary”. Además, su operación de nariz de hace un par de años le ha dejado la cara algo artificial. Bien es cierto que, por una vez, dicha operación fue necesaria, ya que se la había destrozado haciendo surf. Tom, por su parte, se ve ya como un padre de familia y no como el joven agente algo picaruelo que interpreta en esta película. Esto lo sabían bien Orci, Kurtzman y Abrams a la hora de escribir la tercera parte de Misión Imposible, donde habían casado a Ethan Hunt y cambiado su perfil personal dándole, por ende, un nuevo calado. En cosas como esta es donde se ve la calidad de los escritores.


Por último, para abandonar la película, decir que flaco favor le ha hecho James Mangod a Cruise al rodar la película, ya que hay varias escenas que remiten directamente a la película de De Palma que tantas veces he mencionado ya en este post. Por ejemplo, la que nos localiza a los personajes en la escena del avión a través de las ventanillas. Si se quería alejar de Hunt, estas cosas no ayudan nada.



Salt es una película más seria que la anterior. Lo que aquí se plantea es si es cierto que Eveline Salt (una Angelina Jolie esquelética), brillante agente de campo de la CIA es una agente dormida con intención de matar al Presidente de los USA, tal como afirma un altísimo cargo del antiguo KGB que ha sido capturado. La película, deudora de la mencionada saga de Bourne, está bien rodada y es muy coherente e interesante (si bien bastante fantasmilla) hasta que acaba el atentado de Nueva York. Pero bueno, como decía aquel anuncio “aceptamos barco…”. El problema es que a partir de aquí, los autores pierden el norte y la peli se convierte en algo absurdo y bastante más que fantasmilla. Además, la calidad del film se resiente de sobremanera. Las escenas están peor rodadas, la credibilidad acaba por los suelos y se cometen unas torpezas alucinantes a varios niveles: Guión, puesta en escena... Por poner solo un ejemplo (y esto es un mini Spoiler que no tiene mucha importancia), en el momento en el que queda claro el origen ruso de Salt, ella empieza a vestir abrigos de pieles y gorros de marta típicos de Siberia. Un subrayado tan burdo es un poco sonrojante.

Creo que la película ha ganado mucho por el hecho de que la protagonista sea femenina. De hecho, creo que es uno de los grandes aciertos de la película. No por el hecho de la igualdad o por ser la primera action woman pura del cine, con permiso de Lara Croft. Es por el hecho de que su sexo marca de tal manera al personaje que hace mucho más creíble el devenir de la trama principal y su relación con el episodio inicial en Corea del Norte. Otra vez volvemos a ver la mano de un buen guionista. Esta vez Brian Helgeland, script doctor contratado para modificar el guión debido al cambio de sexo y, a su vez, guionista de Green Zone. Todo está conectado. Parece Zen.

En fin. Resumiendo. Ambas películas son entretenidas, agradables de ver y, reconozcámoslo, intrascendentes y tramposas. Para pasar el rato están bien. Pero no estamos frente a buen cine. Hace unos años, el cine palomitero que equivalía a este nos dejaba productos objetivamente mejores. La razón por la que ahora es peor no sé dónde buscarla. Tal vez es que seamos menos exigentes o que los cineastas y guionistas son más mediocres. O menos exigentes. Tal vez sea que cada vez mandan más los que piensan con la calculadora antes que con el cerebro. No lo sé.

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