viernes, 21 de noviembre de 2008

Max Payne (Pa "pain", el que siento yo al ver estas pelis)


Ante todo, debo de decir que, a pesar de haber jugado al juego original, la verdad es que tampoco me acuerdo lo suficiente del mismo como para poder comparar si la historia, los personajes, etc. de la película se parecen a los del mismo.

Esta es la enésima adaptación de un videojuego a la gran pantalla. No hace falta que sea yo el que diga que, en mi opinión, la mayoría de estas adaptaciones ha sido una filfa, no han resultado. Las razones para estos fracasos son variadas. La primera es de tiempo. Es imposible comprimir las historias de los videojuegos a las dos horas aproximadas que debe de durar una película. Otra puede ser la deficiente identificación del espectador con los personajes. En la consola eres tú el que maneja Cloud, Snake o a Max Payne, con lo que la empatía que se siente hacia el personaje es siempre infinitamente superior a la que se puede desarrollar en el cine. En este caso, han fracasado a medias.

Lo primero que debo decir es que han conseguido adaptar la agobiante sensación que transmitía el juego de estar en una ciudad infernal. Pero esto es lo fácil. Por la fotografía y el diseño de escenarios se identifican claramente 4 tipos de escenas, a saber:
1. La infernal ciudad, sucia, inmersa en una espesa noche y victima de una eterna y pesada nevada de copos siempre caracoleantes delante del objetivo de la cámara, dando una sensación semejante a la de la ceniza de Silent Hill. El infierno no tiene por qué ser el lugar de las calderas de Pedro Botero. En estas escenas brillan las escalas de grises, el marrón tierra y el rojo más sangriento. Son las más logradas.
2. La elegante ciudad industrial, comercial, dominada por los colores y la fría luz comercial. Se advierte tan siniestra como, desgraciadamente lo es en la realidad.
3. Las ensoñaciones de Max, en un molesto color dorado.
4. Las alucinaciones de los yonkis, degradación de, sobre todo, el primero de los tipos ya citados.

Y, ¿Por qué cito esto? Pues porque como en multitud de adaptaciones, el versionar al cine una historia desde otro medio se convierte en, ante todo, un ejercicio de manierismo. Se quedan con la forma y se olvidan del fondo. Esto no tiene por qué ser malo de entrada. Sin City o 300 son una adaptación de una obra gráfica ya de por sí bastante manierista. Pero es que había historia, trasfondo. En esta película lo han intentado, darle cierto calado al personaje, pero en mi opinión, han fracasado. El ansia de venganza se me antoja insuficiente como para que Max haya caído en la más aguda de las paranoias, aquella que le produce las alucinaciones (más que ensoñaciones) doradas que citaba anteriormente. Lo que nos lleva a lo que considero el gran fracaso de la película: el color dorado expresa esperanza, salvación: redención. Aquí, las alucinaciones de Max lo conducen hacia su propia destrucción. Justo lo contrario. Lo intentan arreglar con el manido recurso de la mujer que le habla desde el más allá. Pero lo que pasa es que argumentalmente están queriendo decir una cosa y cinematográficamente están diciendo lo contrario. Esto degrada claramente el mensaje esencial de la historia, aquel que sustenta el argumento: el ansia de venganza de Max y porqué tiene tan poco apego a su propia vida.

Pero lo peor no es eso. Lo peor es que el par de ideas ingeniosas que tenía el guión (no sé si herencia del videojuego) se estropean enseguida por evidentes y mal abordadas. Están tan mal expuestas que hasta da un poco de pena ver a los actores intentando parecer convincentes. Chris O’Donnell (¡que viejo lo he visto, by the way!) tiene que bailar con la más fea, en un papel escrito con aquella parte del cuerpo donde la espalda pierde su casto nombre y defender un par de escenas realmente patéticas. Tres cuartas partes de lo mismo le sucede a Beau Bridges.

¿Y las escenas de alucinación de los Yonkis? Más vistas que el Mortadelo, si bien, me ha gustado la idea de que, cuando empiezan a flipar, los copos de nieve que caracolean delante de la cámara se mezclen con chispas de metal fundido, lo que da un efecto interesante.

Pero lo que realmente es de delito es que Olga Kurilenko y Mila Kunis no luzcan. ¡Sobre todo la Kurilenko!. Hay que ser muy burro para que “piazo” de mujer no se vea bonita en pantalla. Se supone que protagoniza un par de escenas calientes, pero son más bien glaciales. Y no hablamos del cameo de Nelly Furtado. Es cierto que la de Madeira tiene una cara peculiar, pero es guapa (solo hay que ver sus videoclips). En la peli aparece horrible. Parece anorexia y tiene pinta de extraterrestre. Muy mal.

El comienzo de la película es absurdo, con Max hablando en Off (la única vez en toda la película) sobre cadáveres en el río, mientras él se sumerge en el mismo (¡¡¡¡¿?!!!). El final es totalmente anticlimático y sin garra ninguna y podríamos seguir, pero no me apetece.

Pero no todo es malo. Me ha gustado que no abusaran del “efecto bala”, dejándolo para los momentos donde realmente quedaban bien. Hay una escena bastante chula al respecto, si bien está muy muy mal resuelta por culpa de un montaje horrible. Volver a citar que me gustaba mucho el efecto de la nieve caracoleando en el aire, ya sea sola como con las chispas, aunque eso ya lo habíamos visto en Silent Hill y en Fargo.

En definitiva. No es una película recomendable en absoluto, si bien matas un par de horas. No me ha gustado. Pero como otras muchas. Desgraciadamente, sigo esperando la GRAN adaptación al cine de un videojuego. En el caso de los comics, podemos decir que las de Batman de Nolan o Iron Man ya lo han logrado (podemos sentirnos contentos que no satisfechos). ¿Será Metal Gear Solid esa Película?¿Bioshock?.

Si una cosa tengo clara es que esta no vendrá de Uwe Boll. ^_^

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