viernes, 16 de noviembre de 2007

Supersalidos: Se acabó el instituto


Las veces, sucede que hay películas que te sorprenden gratamente, a pesar de no ser maravillas. Esto es lo que me ha pasado con esta película. La fui a ver al cine un poco obligado por las circunstancias y, la verdad, encontrándome lo que me esperaba, me ofreció bastante más.

¿Es, por tanto una película buena? Pues si se circunscribe en su género, el de comedias escatológicas para adolescentes, lo es. Es una película bastante más adulta de lo que parece, ya que no es nada complaciente ni conformista.

Seth (Johan Hill) y Evan (Michael Cera) son amigos desde siempre. En breve van a acabar el instituto e ir a la universidad. Pero Seth no ha conseguido la nota para poder ir a la misma que Evan, por lo que este irá con el freak Fogell (Christopher Mintz-Plasse, el gran descubrimiento de la película). Esto ya supone una ruptura entre los dos amigos, que venían compartiéndolo todo desde siempre, sobre todo una frustración sexual bastante aguda basada en sus evidentes inseguridades. Por casualidades de la vida, Seth comparte una clase con una de las chicas 10 del instituto, la pelirroja Jules. Seth descubre que es realmente agradable y no puede evitar caer enamorado de ella. Al final de la clase, Jules y Becca (Martha McIsaac), el deseado objeto del amor de Evan, los invitan a una fiesta que van a organizar para celebrar el fin de los años de instituto. Ellos se ponen contentísimos: por fin los invitan a una fiesta. Y no una cualquiera: la de graduación…Sabiendo que Fogell tenía un carné de conducir falso, ellos se ofrecen, para quedar de guays, a llevar el alcohol. Su plan es emborrachar a las chicas y convertirse ellos en ese “error” sexual que dicen que las mujeres suelen cometer al estar borrachas. Pero el carné de Fogell es muy malo, así que llegado el momento de comprar el alcohol, Evan y Seth lo abandonan a su suerte: dejan que entre él solo en el colmado y le esperan fuera. Una serie de hechos concatenados (y divertidos por inesperados), hacen que Fogell acabe con todo el alcohol, pero en las manos de dos policías tarados (Seth Rogen y Bill Hader) y Seth y Evan en una fiesta de violentos treintañeros drogotas.

Por supuesto, después de todas las aventuras que os podáis imaginar, llegan a la fiesta de Jules y Becca. Pero las cosas no acabarán como esperaban: los planes que cada uno (y cada una) tenía para la ocasión, se derrumbarán como un castillo de naipes al chocar con la realidad más prosaica, dejando a todo el mundo en evidencia.

La película responde al maximalismo y la exageración propias de la comedia. Ocurren cosas muy disparatadas y bastante procaces, como mandan las normas del género. Pero a diferencia de otras películas, los personajes no son meros esquemas prototípicos. Son muy humanos, complejos, muy reconocibles. Por ejemplo, Seth habla mucho y es muy tirado para “adelante” para ocultar que, en el fondo, está muy frustrado y condicionado por su físico. Evan no sabe como actuar delante de Becca porque carece de experiencia real con mujeres, le resultan tan enigmáticas y ajenas a su vida cotidiana como ET. No sabe como abordarla. Pero lo mismo pasa con ella, es totalmente incapaz de decirle cuanto le gusta. Fogell, el más freaky, es, en el fondo el más coherente y el que mejor se lo monta, a pesar de que la noche es especialmente dura para él. Y Jules es victima de su propia belleza. Nadie la toma como la chica que es porque, al estar buena, tod@s dan por supuestas cosas de ella.

La película marca desde el principio las diferencias con las comedias adolescentes del montón gracias a una serie de diálogos con verdadero calado, a pesar de ser bastante salvajes (y siento decirlo, bastante reales). Pero se desmarca totalmente casi al final, cuando Seth y Evan discuten y confirman su separación. Aunque se acabarán reconciliando (hay una escena muy tierna y terriblemente emotiva, donde el cariño y la camadería se imponen a los hechos) es evidente que la vida, el devenir de las cosas, ha herido de muerte su amistad. A eso se le une el hecho de que en la fiesta final, nada sale bien para nadie. Han entrado en el mundo de los adultos de golpe y dramáticamente. La escena final, en un centro comercial, siendo un aparente Happy end, es terriblemente amargo.

Se descubre que detrás de tanto cachondeo y locura, hay una mirada inteligente, triste y melancólica que relata perfectamente el fin de una etapa, que explica lo que es madurar. Las amistades inquebrantables se van al traste, los sueños sexuales de la adolescencia se convierten en un fracaso y el futuro, representado por los treintañeros de la fiesta o la pareja de policías, no asemeja ser mejor.

Me ha gustado mucho el hecho de que, si bien se centra en las aventuras de ellos, se advierte que ellas están tan perdidas como ellos, aunque no se meten en tantos líos. Líos que, en ocasiones me parecen algo exagerados, pero bueno. La verdad es que me ha gustado. Lo peor es el título. Supersalidos no responde a lo que vas a ver. Yo hubiera traducido “superbad” por “Malotes” o algo así. Creo que hace más justicia a la película.

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