miércoles, 5 de septiembre de 2007

Deth Proof: Tarantino vuelve




“Hoy en día, las películas de acción americanas no se ruedan, se graban”. Quien esto dice es Quentin Tarantino. Y creo que tiene razón hasta cierto punto. Cuando hay una escena de acción, los directores se limitan a poner cientos de cámaras y después, en montaje, “hacen” la película. Esto es posible gracias a las cámaras digitales, más pequeñas, baratas y fiables que las antiguas. Tarantino cree que esto despersonaliza la película y la dota de un frío perfeccionamiento técnico que es muy espectacular, pero poco más. Yo añadiría que es también responsable de que ya no se vea nada en las escenas de acción. Ahora es todo ruido y confusión, imágenes borrosas porque la cámara se mueve todo el rato, montaje a cuchillo, un caos visual que, en muchos casos está buscado para ocultar las muchísimas deficiencias que aun tiene la infografía, por mucho que nos vendan la moto.

Quien nos iba a decir, como diría Bisbal, que el enfant terrible de Hollywood, QT, acabaría demostrando en su 5ª película un clasicismo evidente. Muchos me discutirán esta afirmación, ya que nadie puede constituirse en “Clásico” en su 5ª película. Pero es que el chaval de Knoxville lo es en el sentido más amplio de este concepto. Algunos creen que lo único que hace es copiar y pegar cosas que ha visto en otros sitios, en otras películas. Yo no creo que sea cierto; Tarantino intenta reproducir la sensación, el recuerdo (el Feeling, dicho de manera cursi) que dichas escenas han dejado en él, no las escenas en sí. En mi opinión, no copia, recrea. No es lo mismo. Además, si admitiéramos que se limita a copiar escenas, tendríamos que sumarlo al grupo de otros directores que también lo hacen y con menos pudor, gente como Brian de Palma, Woody Allen o Scorsese, clásico sobre los que no hay la más leve sospecha.

En esta 5º película, demuestra un manejo excepcional del material que tiene entre manos y es muy fiel al concepto detrás de la película: había que hacer una película de serie Z, fiel al espiritu de los Grindhouses. Y es eso lo que se obtiene. La gente se ha quedado con los pelos en la pantalla, los rallazos, problemas de sonido…etc. Eso es gracioso, pero a la larga, acaba siendo secundario frente a lo que es la película en sí: una ambrosía que se nos presenta en papel de periódico. Para empezar hay que hablar de la historia y/o argumento. Más bien de su aparente ausencia. Digo aparente, porque sí que hay argumento. Y muy trabajado para que parezca que no lo hay. Es cierto que este cuenta con agujeros e incoherencias. Es lo que se buscaba, una semejanza al Giallo o al Slasher más clásico, el de antes de “Viernes 13”, “La matanza de texas” y derivados.

La historia de Death Proof se divide en dos partes claramente diferenciadas; en la primera, Jungle Julia (Sydney Poitier) y sus amigas Butterfly (Vanesa Ferlito) y Shana (Jordan Ladd, la tercera generación de los Ladd, su abuelo era el mítico Alan Ladd y su papa era el productor de Star Wars) quedan con unas amigas en el Chili Parlor (¿homenaje velado a Chili Palmer, el mafioso de Elmore Leonard?). Van a ir a una casa en el lago a pasar un “finde chupi” sin hombres. En el garito, con buena música, se encuentran con unos amigos y con Pam (Rose McGowan), una antigua contrincante de instituto. Pero en el local, también está Stuntman Mike, poseedor de un coche “ A prueba de muerte”, fetichista de los pies y asesino de jovencitas de hormonas revueltas.

Este fragmento está fundamentado en largos, larguísimos diálogos entre las chicas principalmente. En ellos, como siempre, sale a relucir la cultura popular americana, el sexo, las drogas….los temas a los que QT nos tiene acostumbrados y con la acostumbrada lluvia de tacos. Pero esta vez no son tan brillantes como en otras ocasiones, otras películas. Para algunos, es señal de que Quentin ha perdido el puntillo a los diálogos. Mentira: son las chicas de este grupillo las que son poco brillantes, son vanales, unas perdedoras, a pesar de lo que intentan aparentar. Por ello, sus discusiones son del todo intrascendentes. Es difícil dibujar a personajes de esta manera, y Quentin lo consigue sobresalientemente, añadiendo un par de pinceladas de patetismo muy bien llevadas, excelentemente perfiladas, que terminan de definir la situación y los envueltos en ella antes de que estalle la violencia.

Con un puente protagonizado por los ya clásicos Sheriff Earl McGrath y su hijo Edgar (salían en “Kill Bill” o “Abierto hasta el amanecer”), entramos directos a la segunda parte.

Esta parte está protagonizada por la maquilladora Abernathy (Rosario Dawson), la actriz en ciernes Lee (Mary Elizabeth Winstead) y las dobles de acción Kim (Tracie Thoms) y Zoë Bell (ella misma). Estas chicas sí que tienen historia, trasfondo, tienen algo que decir, lo que contrasta con el anterior grupo. Estas chicas son duras, en especial Zoë (Excelente esta Zoë Bell que se interpreta a sí misma) y se enfrentan a problemas reales en mundos reales, lo que se trasluce en los diálogos que son más pausados y formales, maduros, que los de la anterior parte, pero mejores en contenido y más brillantes.

Esta parte se diferencia también por el movimiento frente al estatismo de la parte anterior, a pesar de estar también fundamentada en el diálogo: aquí, las chicas están en ruta, no en un bar, a pesar de que paren a comer, a comprar…Están haciendo un viaje, tanto exterior como interior que les sirve como catalizador de sus existencias y que culmina de forma violenta con una de las mejores persecuciones de los últimos tiempos porque es espectacular, macarra y, lo mejor de todo: se ve perfectamente, se siente.

La película trasciende el experimento formal para formar parte del universo Tarantiniano. Pocos autores pueden decir que han creado un mundo propio, Tarantino tiene en Texas su Yoknapatawpha particular, un lugar habitado por Bill y sus Divas, donde los Hermanos Gecko campan a sus anchas secuestrando caravanas y donde los agentes Earl y Edgar McGrath tienen la solución a todo, pero están demasiado cansados como para hacer nada más que ser meros espectadores de la matanza en Twin Pines o en la “Teta enroscada”. Un mundo paralelo al real que se desarrolla en espiral película tras película, pero un mundo suyo por derecho. Ahora, se le ha sumado Stuntman Mike y las chicas.

Yo recomiendo esta peli, aunque reconozco que hay que ir a verla sin prejuicios, ya que lo grande de ella está disimulado en los rallazos, etc.

Si os dais cuenta, apenas he contado nada del argumento o he comentado algo de la peli en sí. Lo he hecho adrede. Creo que es una experiencia curiosa experimentar la película con la cabeza limpia.

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