Tengo
la extraña sensación de que un indicativo de que una serie o una
película, es buena es cuando,al acabar, te deja con cierta sensación
de orfandad, vacío. O, al menos, significa que te ha dicho algo y no
ha sido solo un mero entretenimiento. Eso me ha pasado a mí con
multitud de películas, más hace unos años que ahora, que soy más
viejo y veterano. También con alguna serie. Entre las primeras,
puedo citar Hattari, Casablanca...y entre las series, la estupenda
“The Wire” o (de cierta manera) “Lost”.
Lo
mismo me ha sucedido con “Breaking Bad”. El fin de las aventuras
y desventuras de Walter White y su alter-ego Heisenberg, así como la
de todos los desgraciados que (de alguna manera) se ven afectados por
sus acciones, ha dejado un agujero en mí que he tardado unos días
en poder rellenar. Por ello, creo que la serie, tanto por su historia
como por su confección, se ha hecho merecedora de un post del Arcano
Oscuro. Un post un bastante más extenso que los acostumbrados; el
presente, que he dividido en varias partes. Me centraré, sobre todo,
en la serie en sí, su confección, personajes... si bien, por
supuesto, también hablaré de la historia y lo que en la serie
sucede. Sin spoilear. O haciéndolo lo menos posible. Como siempre,
salvo que se diga lo contrario.
Pero
primero, pongamos la cosa en contexto:
Un poco de historia:
La AMC (American Movie
Classics) es solo uno de los canales, todos especializados en cine,
del conglomerado AMC Networks, accesibles desde 1984 en la mayoría
de los paquetes básicos de cable del país de las barras y
estrellas. El canal que da nombre al conglomerado estaba
especializado en cine clásico de Hollywood; cine en blanco y negro
con viejas glorias, tan reverenciadas como, en el fondo, despreciadas
por vetustas. A finales de los años '80, el canal entró en franca
competencia con TCM (Turner Classic Movies), que cubría el mismo
tipo de producto con una evidente ventaja: el texano Ted Turner se
había hecho con los derechos y la tecnología que le permitían
colorear las películas que iban a emitir. A pesar del gran escándalo
que se montó en aquel momento debido a la supuesta falta de respeto
que conllevaba esta conducta, TCM siguió en sus trece y, le guste o
no a los cinéfilos, consiguió ir aumentando sus ratings, poniendo
en aprietos a la competencia.
El número de espectadores
de AMC fue cayendo poco a poco, pero de manera constante a lo largo
de los '90. Y esta caída era evidente, sobre todo,en el sector de
los “Young Adults”, de los 18 a los 35-40 años. Este segmento de
la población es muy goloso, ya que son jóvenes profesionales con
dinero y ganas de gastar. Por eso, en 2002 AMC introduce un cambio
importante: empieza a emitir películas más recientes, en color.
Esto ocasiona unos gastos mayores, al ser películas más caras, lo
que conlleva un segundo cambio importante: empieza a emitir
publicidad. Infinitamente menos que en las generalistas y mucho más
respetuosa con los tiempos a la hora de hacer los cortes, pero las
películas de la AMC tienen pausas.
Y la cosa les sale bien.
Las audiencias se recuperan y el canal empieza a hacer dinero. No de
una manera espectacular, no deja de ser un canal de cable, pero lo
suficiente como para sentirse desahogados y plantearse nuevas ideas.
Y aquí es donde interviene la suerte.
En
2007, con un controvertido fundido en negro, se termina el último
capítulo de “The Sopranos” en HBO, la casa de las series de
calidad por excelencia. Uno de sus guionistas, Matthew Weiner,
llevaba varios años vendiendo de manera infructuosa a los directivos
de la cadena las virtudes de su guión sobre una agencia de
publicidad en Madison Avenue. El canal Showtime, que en aquellos
momentos aspiraba a hacer una pálida competencia a la HBO, tampoco
estaba interesada en la misma. Este canal, como AMC, se ofrece en los
paquetes básicos de cable, a diferencia de la HBO, lo que se traduce
en menos dinero y la obligación de una mayor prudencia a la hora de
invertir. En aquellos momentos, Showtime estaba muy contenta con los
resultados de “Weeds” (2005-12), serie de Jenji Cohan que les
daba excelentes réditos. Así que hicieron oídos sordos a Weiner.
Desesperado, el guionista se dirigió a la AMC, a pesar de que no
había emitido una serie en su historia, para que le produjera la
suya. Sorprendentemente, le dijeron que sí. Y el resto es historia:
Mad Men se convirtió en el estandarte de la cadena y un enorme
éxito, tanto de crítica como de espectadores, demostrando unos
altos estándares de calidad y ganas de plantarle cara a HBO desde la
humildad, pero decididamente.
Y estos principios se
confirmaron cuando al año siguiente, 2008, compraron la idea de
Vince Gilligan de narrar en una serie la conversión de un profesor
de química enfermo y eminentemente bueno en el peor de los
criminales. La conversión de Mr. Chips en Scarface, según palabras
del propio Gilligan. Paradójicamente, no fue Gilligan el que terminó
de convencer a la cadena de la idoneidad de tan arriesgado proyecto,
si no que el éxito de “Weeds” en Showtime. Y así nació
“Breaking Bad”, la serie que hoy nos interesa.
Antes de cambiar de
tercio, debo de decir que su éxito, al principio, fue mucho más
moderado que el de Mad Men, en parte por haber sido una de las
damnificadas por la huelga de guionistas de 2007, en parte por su
temática delictiva, no muy bien aceptada por los espectadores de los
estados más conservadores. Pero, a la larga, estos condicionantes
fueron buenos, pues los guionistas tuvieron más tiempo y libertad
para hacer una segunda temporada más cerrada y redonda así como
para definir mejor los valores de producción, obteniendo un producto
más refinado.
En 2010, la Cadena empezó
a emitir su serie más exitosa y problemática,”The Walking Dead”,
que será esencial para el desarrollo de la cadena, como veremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario