La mayoría de la gente que me lee en este blog pertenece a la misma generación que yo, los que hemos nacido a finales de la década de los setenta, así que compartimos una serie de referentes, más allá de nuestro respectivo sexo. Entre estos se incluyen los que podemos llamar “Medios Icónicos de Masas”.Dos de estos referentes relativos a los Mass Media y que suelen darse juntos, son los monstruos gigantes y los robots igualamente gigantes que los combaten en entornos urbanos con mucha destrucción. No podemos evitar que, a la sola mención de estos conceptos, una larga serie de nombres como Mazinger Z,Bioman, Godzilla, Gundam o Mothman acudan a nuestra cabeza.
De origen Nippon, nacidos del reverencial terror de esta población al poder nuclear que tanto daño y humillación les había ocasionado(a pesar de que luego la abrazaran con tanto fervor hasta la terrible catástrofe de Fukushima), estos géneros han marcado a varias generaciones dentro y fuera del país del sol naciente. Por poner varios ejemplos, la importancia de los robots gigantes en la maravillosa “20th Century Boys” de Urasawa, la araña gigante de “Wild Wild West” o el chiste (de dudosa gracia, pero chiste al fin) del final del “La fuga de Monkey Island”. Por no citar el terrible impacto global de la saga de “Evangelion” a finales del siglo pasado, comienzos del presente. Y, a pesar de todo esto, faltaba la gran película made in Hollywood que los reivindicara (no me citéis la de Godzilla de Emmerich, que es un poco engendro). Pero esa gran película ha llegado. Se llama Pacific Rim y ha sido estrenada este verano.
Siempre hemos pensado que los alienígenas invasores llegarían desde el espacio. Nunca se nos ocurrió pensar que podrían llegar desde una grieta dimensional en el fondo del Océano Pacífico, cerca de Hong Kong. Y frente a estos enormes monstruos de sangre fluorescente y bastante mala baba, los Kaijus, la humanidad ha respondido creando una serie de robot gigantes, los Jaegers, controlados por un par de pilotos unidos por un puente neural. Pero si bien los resultados al principio eran satisfactorios, a la larga, la humanidad está perdiendo la guerra. A punto de la derrota, las fuerzas que defienden a la humanidad no tienen otra elección que recurrir a dos insólitos héroes: un ex piloto acabado (Charlie Hunnam) y una aprendiz que todavía no se ha puesto a prueba (Rinko Kikuchi). Ambos se unen para pilotar un obsoleto Jaeger impulsado por energía nuclear, por supuesto. Juntos, son la última esperanza de la humanidad frente al Apocalipsis que se avecina.
Ante todo, hay que decir que esta es una película de monstruos y robots gigantes hecha como aquellas, pero con pasta. No es una película hecha a la imagen de aquellas. O reivindicándolas, en una suerte de revisionismo. Es evidente que el impulso que subyace en esta película no es tanto el homenaje como la intención de hacer lo mismo, pero en el 2013 y con un envoltorio adecuado. Esta matización se me antoja importante en tanto y cuando define el tono de la historia y la narración. Es decir, es una simple historia de monstruos y robots gigantes con su justa medida de delirio belicista, un par de Mad Doctors y unas gotitas de tragedia personal que aliñen la ensalada colorista. Todo muy clásico y, sin embargo, muy necesario.
Esta es una película muy dinámica, donde la verdadera protagonista es la acción, bien rodada. No es una película de personajes, definidos la mayoría por un par de pinceladas más o menos gruesas. Pero es que tampoco se necesita más: Un motivo, una razón para estar en la situación, una o dos características definitorias del personaje (Militar, buen piloto, científico, traficante) y un rasgo de personalidad. Punto pelota. A pegarse, que es lo que hemos venido a ver. De hecho, y me ha resultado muy agradable, no hay historia de amor. Quedaría muy forzada y metida con calzador. Pero sí que hay fraternidad, lealtad y convivencia, limitadas al marco de la narración. Esto lo digo porque ha habido críticos (principalmente del género femenino, me temo, y no lo digo como comentario sexista) que lamentaban el poco recorrido de los personajes (Sigh!)
La historia es simple y directa, sencilla, a la par que interesante y efectiva. No busca engañar ni epatar con dobleces ni complicaciones y crea un mundillo coherente e interesante, donde la amenaza de los Kaijus y la destrucción por estos provocada (así como por la Jaegers al combatirlos) está asimilada. Todos los personajes cumplen su función argumentan con la precisión de un reloj suizo. Hay que hacer mención de nuevo a los Mad Doctors, dentro de la tradición de Del Toro, así como esos exóticos traficantes dirigidos por Ron Pearlman y Santiago Segura que dan color y algo de densidad a la trama. Para que no sea solo un delirio militarista y bélico, frente al inmovilismo y la corrupción de la clase política, esa que encuentra la solución a los problemas en la construcción...
La factura de la película es sobresaliente. He leído comentarios que dicen que es un blockbuster de autor. Efectivamente, este epíteto es perfectamente aplicable. Encontramos las filias y las fobias de Guillermo del Toro por doquier, pero muy bien integradas. Los ejemplos se encuentran en esa Hong Kong cercana a Blade Runner, la presencia de armas blancas, parásitos y fetos. Y la presencia de monstruos que surgen del mar,como Cthulhu, si bien, más que al primigenio de R'lye, son más bien semejantes a insectos reptilianos con protrusiones parasitoides, típicas de la cinematografía del mexicano.
Lo mejor que se puede decir es que las peleas lucen espectaculares y están muy bien hechas. El movimiento y la fluidez de los robots, con miles de piececitas que se mueven, increíble y que el conjunto, a nivel visual, impacta.
Y a nivel sonoro, también luce muy bien, con una excelente y animada banda sonora de Ramin Djawadi, que está lanzado desde que musicó “Game of Thrones”. Suena actual a la vez que clásica y es muy dinámica, ya que huye de las actuales bandas sonoras algo más densas, con tal vez demasiada entidad dramática.
Porque este es un blockbuster muy bien trabajado. Hecho con cariño y pensando más en la película en sí que en el supuesto beneficio económico, por lo que, si bien es muy reconocible y hasta cierto punto previsible, huye de las trilladísimas formulas de blockbuster veraniego para darte algo más. Un entretenimiento de primerísima calidad.
Por supuesto, tiene cosas negativas o no tan buenas. Pero voy a obviarlas por dos razones. La primera, para evitar spoilers y la segunda, porque creo que son francamente perdonables frente a los aciertos. Aunque diré que, en mi humilde opinión, el supuesto esquematismo de los personajes y del guión no son, para mí, errores en absoluto. Es más, me parecen aciertos. Y lo serán más si se hace una segunda parte que use esta primer solo como plataforma de lanzamiento o linea de salida, como pasaba como las películas de Hellboy.
Yo creo que es una película a reivindicar. Podría haber sido un ejercicio de nostalgia y no lo es, aporta mucho más que simple nostalgia. También podría haber caído en una simple película de verano, llena de tópicos y vista mil veces, que lo único que aportase fuese la enésima pirueta de la empresa de SFX. Si bien luce espectacular, todo lo que sucede en pantalla se justifica en el guión y no se busca el impactar por impactar. A pesar de ello, hay varias escenas muy poderosas.
Creo que es el blockbuster de este verano, a la espera de los navideños.
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