Desde
que era niño, me han enseñado que la libertad de una persona
terminaba donde empezaba la de los demás. Eso incluye la libertad de
expresión, aunque sea poco políticamente correcto decirlo en los
días que corren y, en especial, después del lamentable suceso de
París de esta semana. Y digo esto para dejar claro que, frente a la
libertad de opinar cuando y como quieras, está la de tu interlocutor
de ofenderse y sentirse insultado. Creo que esto es algo de lo no se
está hablando.
Dicho
esto,debo de dejar bien claro que, bajo ningún concepto estoy
justificando los atentado de París. Es solo que creo que nadie-casi
nadie- ha dicho lo anterior y que es importante ser conscientes de
que los musulmanes tienen todo el derecho del mundo a sentirse
ofendidos por las caricaturas de Mahoma y determinados chistes de mal
gusto que se hacen a cuenta de su confesión. Como también lo tienen
los Cristianos o seguidores de cualquier religión cuando un tercero
se mofa de ella. Pero el estado de derecho que rige nuestra sociedad
tiene herramientas y métodos para canalizar este descontento de
forma ordenada y civilizada. Un arma de fuego jamás es la manera.
Nadie
en su sano juicio puede tolerar esta violencia indiscriminada,
inmisericorde, cruel y, sobre todo,inútil. No conozco lo suficiente
el Corán, pero dudo muy mucho que en ningún momento Mahoma o Alá
hayan dicho nada que pueda justificar estas matanzas. Porque esta es
solo una de las muchas matanzas que los islamistas (que no son lo
mismo que los Islámicos) perpetran día tras día. A la vez que los
dibujantes morían en París, Boko Haram mataba a cientos de personas
(cientos, sí) en Nigeria. El mismo día, a las mismas horas. El
mismísimo día en el que el ISIS arrasaba varias aldeas en Siria.
Solo consultad los periódicos del día para constatar lo que digo.
Por lo tanto, hay esta es solo una de las barbaridades de estos locos
fanáticos que actúan a nivel global. Una que nos toca de cerca,
pues las víctimas no son “negritos” del África o “moritos”
del desierto.
Este
es un problema de todos los que defendemos a la civilización, la
humanidad y El respeto al prójimo. Los que creemos en unas reglas de
convivencia basadas en el respeto y la dignidad del individuo como
componente de la sociedad, la aldea global.
Y
si es un problema de todos, lo es especialmente de los musulmanes,
que han dejado que unos locos hayan secuestrado a su profeta, a su
dios. Son unos locos, pero son sus locos. No los estoy acusando, solo
quiero decir que tienen más y más poderosas razones para acabar con
esta situación y recuperar su religión. Se deberían sentir más
responsables en buscar una solución.
Si
algo bueno espero que salga de esta salvajada injustificable es que
todos nos demos cuenta de una vez que estamos lidiando con fanáticos
con los que no se puede dialogar. Hay que buscar otra manera de
combatir a esta gente sin caer nosotros en el mismo nivel de
salvajismo. Nosotros, sea cual sea nuestra confesión, seamos ateos o
agnósticos, somos mejores que ellos. Sin duda. Y lo tenemos que
demostrar.
No
me gustaría acabar estos comentarios sin decir que no todos somos
Charlie. La mayoría hemos permanecido impasibles mientras los
radicales mataban a Theo Van Gogh, quemaban Embajadas, asaltaban
hoteles en India (Los españoles nos quedamos con el chascarrillo de
la Espe en calcetines, como si fuera un chiste) o Centros
comerciales. En cambio, los de Hebdo luchaban con sus armas, la
pluma, en contra de la intolerancia. Ellos eran valientes. Nosotros
no. Y un hashtag no va a cambiar el mundo. Debemos de implicarnos.