Cuando
te toca comentar películas como la que nos ocupa hoy, me veo avocado a tener
que volver a exponer mis ideas sobre cuales son (para mí) las diferencias que
existen entre una continuación y una secuela. Pero también me doy cuenta de que
esto sería, para los que me leéis con regularidad, un ejercicio reiterativo. Ya
lo sabéis. Y si no lo sabéis, o no lo recordáis, os recomiendo que volváis a
releer antiguos posts del presente blog. Y es que hoy nos encontramos con una
continuación de libro: “El legado de Bourne” continúa la historia allí donde la
trilogía anterior la había dejado, introduciendo nuevas circunstancias,
personajes y situaciones complementarias a las seminales, ya expuestas en las aventuras del espía y
asesino amnésico. Abriendo, en fin, los horizontes de esta.
La
historia es la siguiente: debido a los hechos acontecidos en Londres al
comienzo de la anterior película:”El ultimátum de Bourne”, los oscuros poderes
que manejan la información y tejen su telaraña pacientemente desde la sombra, viendo
su potencial exposición, deciden salvar los platos y eliminar cualquier
evidencia que pueda poner en peligro el “core” de su organización y, de paso, a
ellos mismos. Y la manera de “eliminar” las evidencias es, efectivamente, eliminar
a sus agentes de campo. Aquellos que los pueden comprometer. Pero vuelven a
tener problemas con uno de ellos, Alex Cross (Jeremy Renner). Este aprovecha
que está de misión de entrenamiento en las montañas para poder librarse de la
ejecución. Asustado porque sus propios jefes intentan matarlo, busca el único
contacto que cree seguro, la Dra. Marta Shearing (Rachel Weisz) para encontrar
que ella también es objetivo de las eliminaciones selectivas. Así que, juntos,
comienzan una carrera contrarreloj para obtener unas drogas que Cross necesita
para mantenerse en plenas condiciones y así, poder desaparecer.
La
historia es bastante sencilla, pero efectiva. Al comienzo, si no tienes la
trilogía anterior fresca, puede que te resulte un poco caótica. Sobre todo,
porque aquella cerraba bastante bien el arco argumental y ahora este debe de
volver a ser abierto. Esto implica que aparezcan muchos personajes de las
películas anteriores durante, al menos, unos segundos en situaciones ya
conocidas y nuevas para poder situar la historia en el espacio y el tiempo.
Esta es la razón por la que muchos críticos han encontrado esta película más
seria y adulta (adjetivos que juro que he leído). Pues bueno. En mi humilde
opinión, todas las partes de la saga son adultas y serias. No sé si esta lo es
más. Tampoco es algo que creo que sea fácil de cuantificar. Yo prefiero
limitarme a decir que la primera parte de la película es más lenta y densa que
las anteriores. Lo que no quiere decir que sea peor o más aburrida. Solo que no
tiene tanta acción. Está más centrada en los personajes y sus hechos que
sobre lo qué hacen y como lo hacen. De
hecho, podemos decir que la película en general tiene menos acción que las
anteriores. O, más bien, que está más concentrada en pequeñas Set-pieces
perfectamente situadas en la misma y que responden a los increcendos de la
tensión de la narración. Porque aunque haya menos acción, no hay menos tensión
o urgencia.
Si
lo piensas bien, esta película te da más de lo mismo, pero lo suficientemente
cambiado como para que no sientas que se te está tomando el pelo. El
guionista-director (Tony Gilroy)demuestra, en su debut como director, que ha
aprendido de aquellos directores con los que se ha codeado en sus años como
escritor. Especialmente, de Paul Greengrass, director de las dos anteriores
aventuras de Bourne. Es cierto que no llega al nivel de excelencia narrativa de
este último, sabio conocedor de todos los recursos y triquiñuelas de la cámara
en hombro. A cambio de tener la cámara más quieta y tranquila, tiene más
claridad expositiva y un montaje más tranquilo y sincopado, si bien coherente
con el de la saga. De todos modos, la acción y las persecuciones a motor
estaban más o menos garantizadas desde el momento y hora que el director de la
segunda unidad vuelve a ser un Dan Bradley cada vez más crecido.
Estéticamente,
también se conserva la unidad estilística de las anteriores películas, si bien
se ha optado por una tonalidad verdosa que contrasta con la más apagada azulada
que caracterizaba a la saga anterior y resaltaba la frialdad de la ausencia de
memoria de Jason Bourne. Alex Cross sabe
quién es y como ha llegado allí. No quiere volver atrás. Solo que necesita sus
medicinas. Esto aporta más calidez estética a la película. También hay cierta
unidad en la música, con la revisitación, en varios momentos, de la pequeña
tonada de Bourne. De hecho, la película comienza con esta, resaltando la ya
varias veces citada continuidad. Pero también cuando se menciona a Bourne o la
influencia de este se deja notar en la trama.
Yo
encuentro que es una película muy buena. Muy entretenida y agradable de ver.
Sales con la sensación de que te lo has pasado bien sin que te hayan tomado el
pelo más allá de lo permitido para que te sientas un idiota. La magia del cine
está, en parte en ese “Truco Final” del que hablaba Christopher Nolan. Sin
embargo, está un pequeño peldaño por debajo de las anteriores. Las razones son
varias. La primera, que Jeremy Renner, siendo un gran actor, tiene menos
carisma que Matt Damon, que además, se ve más vulnerable. Cuando disfrutabas de
las películas anteriores, sabías que el Bourne que interpretaba Damon era una
máquina de matar y un asesino frío. Pero se le veía vulnerable, con cara de
buen chico. Renner tiene una apariencia más marcial, militar. Se ve más
peligroso. Además, encuentro que la historia de Cross es demasiado semejante a
la de Bourne en demasiados puntos. Sin embargo, me ha gustado el toque scifi
que han introducido. Es muy sutil y se ve claramente que su función es formal:
meter un objetivo imperante para los personajes y una cuenta atrás que los
apremie.
A
pesar de haber mencionado que Renner tiene menos carisma que Damon, esto no
debe de ser entendido como que no me haya gustado su interpretación. Ya he
dicho que es un gran actor. Solo que es menos versátil y su físico lo limita
más . Rachel Weisz hace un papel relativamente fácil para lo que nos tiene
acostumbrados, con lo que se la ve más que sobrada. Me gustaría destacar que es
la 2ª vez (que yo sepa) que coincide con Oscar Isaac en un filme (aunque no
compartan plano), otro actor, esta vez más secundario, que poco a poco va
demostrando su calidad. Y es que el plantel de secundarios de esta película es
de relumbrón y calidad demostrada (que las dos cosas no van siempre juntas).
Muchos ya vienen heredados de las anteriores películas, e incluso se repiten
escenas de ellos procedentes de la 3ª parte, si bien, la mayoría han grabado
nuevo material, por poco que sea. Me gustaría listar alguno de ellos, sin ser
exhaustivo: Albert Finney, David Strathairn, Scott Glenn o Joan Allen. Entre
los nuevos, nos encontramos con un frío y eficiente Edward Norton, la estupenda
Alice Gainer o un inmenso y amenazador Stacy Keach. Pero me gustaría destacar
al siempre estupendo Zeljo Ivanek. Es un actor que necesita reconocimiento
masivo ya, más allá de ser una presencia reconocible.
Es
evidente que la función de esta película es servir de puente a próximas
películas donde se entrará más en detalle y donde todos los personajes (Bourne
incluido) van a tener mucho que decir. Pues la película tiene una trama
cerrada, pero la historia queda completamente abierta y con todos los
personajes con objetivos por cumplir y anhelos que conseguir. En este sentido,
es de agradecer que, a pesar de su función de tránsito o peaje narrativo
necesario, tenga la suficiente unidad como para constituir una entidad propia.
Sales del cine con ganas de saber más de Alex Cross, la doctora, sus enemigos y
¿aliados? Y, por supuesto, de Jason Bourne, cuya presencia se nota en toda la
trama, a pesar de que no sale en persona una sola vez. Esperemos que lo haga en
futuras ocasiones.